Esta semana, entramos en la recta final, de tan sólo tres semanas para que terminen de convencer a sus electores sobre sus buenas propuestas, pues estamos contra el tiempo, tanto con los candidatos en sus campañas proselitistas, como el JNE, que hasta hoy no concluye en sanear todos los reclamos , tachas y contratachas que como es costumbre, abundan en todo el país y la instancia suprema de Lima tiene que definir, como se sabe, no se puede imprimir todavía las cédulas de sufragio hasta hoy (03-09) y eso, también debe ser motivo de preocupación.
Pero vayamos a nuestros aspirantes a ser gobernantes locales o regionales y no vamos a referirnos solamente a los de Jaén si no, a todos.
En la presente contienda, se aprecia con mayor incidencia una exagerada dosis de ansias desmedidas de algunos candidatos, por llegar al sillón municipal, o regional, no sabemos de dónde sacan tanto dinero para botarlo en esmaltes y paneles, giganto grafías, tanto, que son muy pocas las paredes de las casas que se han salvado de ser ensuciadas, lo que podría considerarse admisible, sin embargo, no nos parece normal, el empecinamiento excesivo en un bombardeo intenso de publicidad, que está terminando por destruir la imagen del promocionado candidato, peor aún, cuando sus facciones físicas, no son tan atrayentes o carismáticos a la vista de los electores, su publicidad se convierte en una especie de purgante literal, que satura, empacha, atosiga o repele. Como consta a la ciudadanía, no se han efectuado propuestas de peso y casi todos repiten el mismo libreto, como que en estos pueblos todo está hecho y todo está dicho. Hasta hoy, no se ha escuchado planteamientos sobre expansión urbana, sobre regulación drástica para que los edificios del centro de las ciudadades o la periferie no se sigan construyendo a ojo de buen cubero o, como en el caso específico de Jaén, esas construcciones cercanas a la Plaza Mayor, no sigan dando aspectos desagradables antiestéticos, como que los propietarios de las construcciones hacen y deshacen en materia urbanística, lo mismo en Bagua Grande y Bagua, da la impresión que los candidatos no tienen asesores serios o técnicos que les sugieran exponer planteamientos sensatos, se percibe un mercantilismo desmesurado, por llegar al trono, lo que podría resultar muy sospechoso, si se tiene en cuenta, la canatidad de dinero que invierten, con toda certeza, los candidatos «inversionis tas» saben que eso tienen que recuperarlo.
Desde un punto de vista imparcial y sereno, el pueblo, o los electores, deberían tachar o sancionar al candi dato angurriento, que hace gala de millonarias campañas, pues podría dar lugar a concluir que tiene a su tras, la mano de un narcotraficante, de los que abundan en nuestro medio y el candidato esté convertido en un lavador de activos, para suerte de éstos, los inspectores del JNE, no hurgan estos asuntos, pero de producirse una investiga ciòn, con toda seguridad, podrían salir muchas sorpresas y esto es lo que la ciudadanía debería tener muy en cuenta, no sea que esté llevando al gobierno local de sus pueblos a un mafioso o integrante de una de las tantas cadenas que están diseminadas por todo el país.
Salvo mejor parecer.
Nororientalmente:
EL DIRECTOR.
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