
En lo que a ¡Nor Oriente! respecta, si hiciéramos
un recuento de las cartas notariales rectificatorias o aclaratorias que nos han
hecho llegar en estos 33 años y medio de trajinar, tranquilamente podríamos
armar un libro, que solamente serviría para ver el grado de ignorancia o de
soberbia que reflejan muchas de éstas.
Somos conscientes de la obligatoriedad que la
misma Constitución Política prescribe para que se publiquen, pero tampoco
podemos actuar por el miedo a las amenazas que por lo general conllevan dichas
cartas, si sabemos que no hemos cometido la infracción a la que se refieren.
Felizmente, estas cartas notariales
rectificatorias están normadas por la Ley 26847 y eso nos permite pisar en
suelo firme y no dejarnos amedrentar por subterfugios legaloides.
¿Quiénes son los que recurren a las
cartas notariales? Generalmente son los funcionarios o
autoridades cuyo accionar es
cuestionable y deja «huellas» por las que se les denuncian. Pero, como les
gusta el blindaje, creen que con una carta notarial van a limpiarse y maquillar
su imagen o van a asustar al conductor del medio para que ya no siga
denunciándolo.
Lógico en este vocero, como en muchos otros,
(suponemos) lo que más cuidamos es ESO, precisamente, que lo que aquí se
difunda o publique, esté debidamente sustentado y si es publicación de parte
o aviso contratado, que es un derecho que tienen todos los medios para dar
cabida a quien quiera hacer denuncias, bajo las responsabilidades de ley, como
se sobreentiende, el Director, no asume las con secuencias de lo publicado; sin
embargo, existen muchos abogados, poco informados y son los que inducen a sus
clientes a cometer estos errores, inclusive, un magistrado de la ex-Sala Mixta
de Bagua, cometió este exceso por ignorancia, lo mismo que otro conocido
abogado de Bagua Grande que hasta llegó a amenazar con «denunciarnos» para no
seguir publicando lo que sus familiares decían de él.
En fin, cartas aclaratorias o notariales nos
han llegado de todo y por todo. Como anecdótica siempre recordamos la que a
comienzos de la década del 80 nos hizo llegar el conocido delincuente
«Cigarrón», que fue encarcelado por haber robado 15 quintales de café. Aquí se
publicó que fueron 20 y él, desde la cárcel nos envió carta aclarando que
«fueron 15». Otros, que pierden la brújula normativa y se lanzan en extensos
alegatos, sin percatarse que este es
SEMANARIO, rabiosamente ponen el término
conocido «en 24 horas», es decir, como que habría que sacarles una publicación
especial para publicar su carta. Otros, que le cambian de nombre y ponen
«diario» y otros que hasta nos quieren impedir hacer bromas en la «página no
muy seria».
La más pintoresca fue la que nos remitió la
ex-fiscal superior de Utcubamba quien, pese a dar cuenta de sus pergaminos,
títulos, grados y especializaciones, no se percató de la ley de Rectificaciones
y quiso «aclarar» sin ningún documento que demuestre que fue falso lo publicado. Igual o peor sucede
con don ANANIAS de Jaén y mucho más pintoresco con un prontuariado locutor que
dice ser periodista de San Ignacio quien, pese a que en estas páginas se
difundieron sus antecedentes sacados de la secretaría del juzgado de Cutervo,
tuvo la osadía de mandar carta rectificatoria, reclamando por su «honra», su
«buena reputación». Etc. y encima, amenazando a nuestro corresponsal.
En resumen: no todas las cartas notariales tienen cabida, si no se ajustan a
lo establecido por ley. Peor aún si se trata de funcionarios públicos, la ley
faculta publicar sus deslices las veces que sea necesario.
Salvo mejor parecer.
Nororientalmente:
EL DIRECTOR.
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