El Ing. Segundo Samamé Fernández Alcalde
Distrital de Colasay, según se afirma «por convenir a los intereses de la
comuna» procedió a demoler la
antigua casona que sirvió como «ayuntamiento», «cabildo», etc, desde hace más
de cien años en este pueblo.
Y decimos que se ha zurrado no en el local, si no en todos los que
levantaron su voz para impedir este «CULTURICIDIO», como le llama
el investigador Ulises Gamonal.
Y es que, una cosa es mirar esa construcción
desde lejos y otra, estar en el lugar.
Definitivamente, no hay una oposición local
(de allá) cerrada y abiertamente opuesta a lo que se está haciendo, de lo
contrario, nada le impide a ese pueblo levantarse para oponerse a su
demolición. Sin embargo, hay que entender también a los gobernantes locales y
sus pueblos, que como dijo un poblador colasay no José Silva o Lucila Rojas, si
se quisiera construir en otro lugar, las áreas disponibles pertenecen a un solo
grupo familiar de conocido abolengo y le han puesto a sus terrenos precio
elevadísimo, que resulta imposible su adquisición y que «la protesta de
sde
Jaén, sería una forma de presionar para que les compre dicho terreno». Lo cierto es que, cuando llegue a
Colasay esta edición, sólo quedarán
escombros y huellas de lo que fue su histórico local municipal, que para quienes
conocemos algo sobre «RELIQUIAS»
en JAEN, se destruyeron muchas,
de las que ahora sólo quedan fotografías, como la antigua capilla o iglesia que
fue destruida para dar paso a la construcción de nuestra moderna catedral, la
casona de balcones coloniales de la familia VILCHEZ en plena esquina de nuestra
plaza mayor y así, las leyes de la evolución son ciegas y en nombre del progreso
urbanístico, no solamente pudo
destruirse el cabildo de Colasay.
No hay comentarios:
Publicar un comentario