Es curioso y hasta gracioso ver que muchos candidatos anteponen a su publicidad el título profesional, en la ingenua creencia que por tener tal o cual profesión tendrían más votos a su favor. Pero también lo hacen como para opacar a sus adversarios como pretender ponerlos por debajo, etc. Nada más erróneo que colocar el título por delante en contiendas electorales en las que EN LA GENERALIDAD el elector no vota porque eres médico, ingeniero, abogado, etc., vota por el que se muestra más competente, porque su conducta ciudadana tiene más identificación en su pueblo. El título profesional sirve para postular a un puesto de trabajo, más no para postular a un gobierno local o regional, porque todos sabemos que para ser gobernante, no se requiere de grados académicos.
Presentarse exhibiendo títulos o grados académicos, antes que una HOJA DE VIDA LIMPIA, nos parece sinónimo de MEDIOCRIDAD que desde ya debereía descalificar al candidato.
Lo mismo sucede en las redes sociales o en las relaciones coumnes, cuando anteponen sus grados académicos, pero escúchenlos cuando conversan o véanlos cuando escriben.
Tal costumbre o tradición que ahora vemos, es un rezago de las épocas medievales o coloniales (en Perú), cuando en aquellos tiempos se valoraba a las personas por los títulos nobiliarios, ej. «el señor gobernador», «el marquez de condevilla», «el señor de la higuereta», etc. o, «los señores de los ríos», «los señores Pardo», los Brescia, los Romero, los Buenaventura, etc. antepuesto a un Mamani o a un Ipanaqué, un Ramos, etc. era hasta irónico. Todo eso aún se arrastra en ciertos sectores de ciudadanos que siguen creyendo que su valor personal radica en un título profesional o en un grado académico.
Nada más irrisorio que aún nos falta superar, aunque seamos «doctores» en cualquier cosa.
Nororientalmente:
EL DIRECTOR
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