Obviamos insistir en seguir cuestionando a esto que desde 1821 se le llama «democracia», y entremos al grano puro y concreto.
Los mercaderes de estas ferias aldeanas están metiéndonos al cerebro enormes avalanchas de ilusiones, como siempre, en temporadas como éstas, nos hacen soñar pesadillas o vivir ilusiones como que ya todo lo tenemos, como que ya se solucionaron nuestros problemas, etc.¡Cuánto desearíamos que así sea! Ya no seríamos lo que somos, desde que aparecieron los primeros mentirosos para ofrecer cambiar al Perú desde hace casi 200 años.
Desde nuestra óptica muy particular y como docente el quien les escribe, mejor dicho profesor por vocación, nunca me cansaré de pregonar que, en medio de todo este festival de mentiras que como grandes artistas de obras teatrales o novelescas, le imprimen tanta aparente seriedad que nos hacen creer al más escéptico en lo que dicen. Sin embargo, acerquémonos a la realidad, empezando por la de los mismos candidatos. Cada quien una vez metido en este negocio, tiene que competir y no con lealtad, perdería en su primera presentación si pretendería ser sincero. Entonces, si quien miente más vende más, es allí donde radica todo el origen de este carnaval brasilero.
Lo grave, terrible y peligrosísimo es que, en circunstancias como éstas, NADIE se pone a pensar que el Perú, no es como como los otros países de Europa, sino, un rompecabezas de razas, naciones y culturas que aún no están inetegradas, adolecemos de un alarmante analfabetismo por partida doble, los caligráficos y los digitales; mejor dicho, analfabetos que no entendemos lo que escuchamos o lo que leemos y los otros analfabetos que no podemos comunicarnos virtualmente. La confusión es terrible y aquí en río revuelto, las ganacias de los que tiran sus redes son enormes.
Por ejemplo, Ud. ha visto de cómo un fulano se disfraza de «chuncho», con una culebra en el cuello, lagartos y hierbas maceradas, hablando maravillas de los efectos curativos de sus productos, mucha gente se arremolina y a la hora de vender sus frasquitos, le falta manos y el remedio hasta se agota. Ese es el público que llena plazas, más aún, cuando entre los candidatos, hay entre otros, uno de apariencia indígena, pero que en sus actos es más resabido que cualquiera de los otros diez, se ha ganado un público masivo y podríamos tenerlo otra vez como gobernante. Cosas de las llamadas «reglas de juego» de esto que se llama «democracia». Otro por allí que no se disfraza de «chuncho», pero que siendo extranjero, lo ven «curioso» hasta cuando baila huaynos y se deja tocar los testículos y otros con otra, de reconocida tendencia y probada astucia rapaz, criminal por su inmediato ancestro, idem; aunque como congresista NUNCA HIZO NADA, ni un proyecto de ley que garantice lo que dice, o como profesional en universidad privada norteamericana nunca ejerció su profesión y ni sabemos para qué estudió, pero sabe vender sus remedios y así por el estilo, el resto, que como no «encajan» algunos con el resto, hasta les llaman «antisistemas».
Esto y mucho más; por nuestra propia condición de país subdesarrollado, es decir atrasado hasta el tuétano. Uds. creen que en Italia, España o Inglaterra por ejemplo, se verían estos espectáculos en épocas electorales?...Empezando por el número de aspirantes a gobernar, nunca; porque en esos países, no existe el doble analfabetismo que en el nuestro.
Esta es la verdadera explicación, que difícilmente la entenderán y temo que hasta Ud. mismo que está leyendo esta nota editorial, alcance a comprender la enorme magnitud de esta deprimente realidad y después de julio, seguiremos quejándonos, seguiremos protestando, seguiremos peor de lo que fuimos ¡Qué oportuno es recordar los primeros editoriales de hace más de 30 años, cuando al finalizarlos, escribíamos «¡Pobre pueblo...Hasta cuándo!... Pasarán 30 años más y con líderes como los que nos siguen gobernando, otros que guarden archivos empolvados y vetustos de estas notas, seguirán pensando lo mismo; porque simplemente, ningún líder se preocupó en elevar el nivel cultural de nuestra nación.
Salvo mejor parecer.
Nororientalmente:
El Director.
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