
El gobierno de aquel entonces se vio obligado
a promulgar la ley Nº 27908 que fue «manoseda» por casi todos los regímenes,
pero lo cierto era y es que se les dio partida de nacimiento y se les trazó una
ruta en el Estado por donde deberían transitar.
Los ronderos de aquellos tiempos hacían su
patrullaje nocturno, pero no con escopetas, ni revólveres si no, con sus
tradicionales «palitos» y sus «chicotes» o «rebenques», para aplicar sus
conocidas sanciones in situ, a los infractores que caían en sus manos.
Pero de aquellos inicios a la actualidad, la
evolución ha sido muy disímil, no siguió un orden regular y lo más relevante
fue que, cuando las rondas campesinas dan origen a las rondas URBANAS, aquí
vino la descomposición completa así como la tergiversación total de todas las
usanzas, tradiciones y costumbres recogidas de los ancestros para ser
utilizadas por seudo ronderos que muchas
veces llegaron a estas organizaciones con objetivos no confesados e hicieron de esta actividad un
rentable oficio.
Por ejemplo: nadie podrá negar que ante la
ineficacia de ciertas autoridades para intervenir a infractores, muchos
recurrían y recurren a las rondas urbanas y sus dirigentes o integrantes ya no
intervienen ni administran justicia porque esa debe ser su función, si no, por necesidad,
cobran, les pagan y tienen que quedar
bien con el que les paga, capturando, deteniendo y sancionando a quien el
interesado señale o acuse. ESTE FUE, ES Y SIGUE SIENDO, el peligro gravísimo
que ha contaminado la esencia institucional de nuestras rondas. En tiempos de
los dirigentes jaeneses Segundo Lozada, Ydelso Hernández y Goyo Santos, se puso
muy en moda esta práctica, intervenían a las personas, no como ronderos, si no
como esbirros, sicarios y dieron muerte por ejemplo al que en vida fue Anselmo
Santa Cruz, entre muchos otros, como mercenarios.
Pero el caso que ha vuelto a revivir nuestra
preocupación es el que ocurrió el jueves pasado en la ruta Puquio-Pueblo Nuevo
(Shumba-Distrito de Bellavista), cuando un grupo de ronderos supuestamente
trasladaba a unos detenidos hacia bases de Huabal en una camioneta azul,
habrían confundido a tres jóvenes que se desplazaban en una mototaxi, después
de celebrar un partidito de fútbol y les
dispararon a matar, cayendo con un balazo en el pecho el joven
Victoriano Acuña Alfaro (20). Precisamente esos ronderos que cometieron este
crimen fueron los que hicieron su movilización en Jaén protestando contra lo
que llamaron «abusos» de fiscales, jueces y policía. El argumento que ya
empieza a sonar es que los confudieron con los que los venían siguiendo y
supuestamente querían rescatar a los detenidos.
Tal situación es por demás gravísima y pone
en el tapete la urgente necesidad de modificar ciertas normas para que se
restrinja el uso de armas letales entre los que integran estas organizaciones
campesinas y algo más: sus miembros deben pasar por un riguroso filtro en
cuanto a certificación de buena conducta incluyendo antecedentes. Y aquí,
esperemos que al PADRE PACO MUGUIRO no se le ocurra defender otra vez lo
indefendible, porque su sotana debe usarla para fines netamente
cristianos-católicos y no para defender asesinos, como lo han denunciado por el
caso de Huarango. Algo más que se ha dejado muy de lado es la permanente
capacitación de los dirigentes ronderos que sin argumento ni noción alguna de
los principios elementales de nuestra legislación, administran justicia.
Esto,
debe revisarse hoy mismo.
Salvo mejor parecer
Nororientalmente:
EL DIRECTOR.
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