Cada domingo la plaza mayor de Jaén se llena de personas que vienen de otros lugares en busca de trabajo por las campañas de cosecha de café. Muchas veces son familias enteras que dejan sus hogares para ganarse algo mínimo; ya que no es un secreto que quien decide cuánto ganan estas personas, son precisamente los empresarios cafetaleros. Una situación que parece desinteresar a los gobiernos ya que poco o nada hacen por ellos.
Resulta que el tema del café va más allá del hecho que los trabajadores lo cosechen o los caficultores lo siembren, sino que detrás de esto hay toda una coyuntura política y económica que sobrepasa los límites del estado, ya que hay intereses de por medio de grandes empresas transnacionales que operan bajo la complicidad de los gobiernos de turno para explotar, como siempre, a nuestra gente más pobre.
El plan nacional del café 2018-2030 del Ministerio de Agricultura y Riego señala que este es el principal producto de exportación a nivel nacional; esto quiere decir que la demanda es altísima; y si es así, ¿Por qué las grandes cantidades de dinero que dejan las ventas no llegan de una manera más equitativa a los agricultores y mucho menos al peón que la sufre bajo inhóspitas condiciones?, la respuesta es sencilla: todo eso se queda, como siempre, en manos de los grandes empresarios que lo exportan. Y el pobre trabajador, sufre, sufre y seguirá sufriendo.
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