Muy sentida la partida de Mons. Santiago García de la Rasilla Domín guez. El pueblo de Jaén, con quien compartió muchos años le dio una multitudinaria despedida en sus honras fúnebres.
Como se sabe, estuvo muy delicado desde hace algunos meses en la residencia de Mira flores-Lima, hasta el día de su deceso.
Particularmente lo recordamos por su sencillez y nobleza, pero también por su rectitud y firmeza que la demostró en los días acíagos del llamado BAGUAZO. Lo vimos enfrentarse con los abusivos esbirros del gobierno aprista y se la jugó, llevando en su movilidad heridos indígenas. Mucho más meritorio e inolvidable ha de ser para estos pueblos, cuando en aquellos días de angustia, se unieron por coordinación de Mons. Satiago con el párroco de Bagua Grande para habilitarle asilo a un promedio de 400 refugiados y solo Dios sabría cómo lo hicieron para suministrar alimentos a todos, que bajo estrictas medidas restrictivas, el local de asilo ubicado en la Av. M. Melgar, no pudo ser intervenido por las fuerzas policiales. Con toda certeza, Dios lo tiene en su diestra.
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