La Nº1500

Cuando quien «manda» es el público y nuestros anunciadores, y cuando nos debemos a éllos, de pronto nuestras vacaciones fueron interrumpidas para adelantar la presente edición que marca un inconmensurable hito en la historia de la prensa escrita nacional y lo celebramos con ustedes amigos lectores, tan igual como hicimos con la Nº 51, cuando cumplimos nuestro primer aniversario, o como lo hicimos con la Nº 500 ó la Nº 1000.

Pensar que ahora nuestro registro está marcando la Edición Nº 1500, nos parece una fantasía, un sueño o una utopía. Como fundador y como principal responsable de este engendro, en ocasiones como éstas, siemrpe aflora uno de los párrafos de nuestro primer editorial Edición Nº 01 de la 3ra. Semana de febrero de 1979, pequeñito, escueto, casi lacónico, sin mucho palabreo, a manera de respuesta a las inquietudes e interrogantes que surgieron desde antes de nuestra aparición, simplemente nos concretamos a decir: «...Serán ustedes amigos lectores, los que marcarán el camino y las tareas que debamos emprender...».

Como comprobarán, así fue y así continúa siendo, sólo que esta vez, más «grandecitos», más «viejitos», más extendidos, más conocidos y más consolidados que nunca, nos encuentra la Nº 1500 literalmente en la síntesis de una historia que la estamos dejando para que la escriban otros, hacerla nosotros, sería demasiado, cuando en los casi 32 años de existencia, han sucedido miles de episodios, anécdotas y hechos que están guardados o registrados en nuestros archivos que están descentralizados, es decir, no todos se conservan en un mismo lugar, por extremas razones de seguridad, incendio, robo, etc., además, desde hace algunos años tenemos un archivo virtual, en discos compactos y en lo físico, acostumbramos archivar tres ejemplares de cada edición y aunque no somos especialistas en archivar documentos, tratamos de conservar lo mejor posible, eso, que representa a una faceta de la historia escrita de esta parte del país, que para satisfacer curiosidades, hay ejemplares que tienen un costo tan elevado, según su antigüedad, que los que lo necesitan, lo pagan alegramente, porque cuesta no el material, sino el trabajo para ubicar la edición que se desea. Otra curiosidad es que, hasta la edición Nº 200 utilizábamos el papel común («periódico») que usa la mayoría de medios de prensa escrita, un material que cuando se expone al ambiente, después de un día se vuelve amarillento y pierde su imagen. La decisión de utilizar papel especial, bond de 75 gramos, se produjo después de haber visto en los archivos de algunos juzgados tanto de Jaén como de Amazonas, que en muchos expedientes de procesos judiciales lo utilizan como instrumento de prueba, de igual modo, en cierta ocasión encontramos en Cochalán a un lector, que guardaba celosamente protegido en fólderes especiales, ediciones contínuas del Semanario.

Otra curiosidad es que existe un lector de la ciudad de Rodríguez de Mendoza que suele llegar a nuestra Redacción para solicitar las ediciones que le faltan, dice que no se pierde una, así como de Pucará un joven lector nuestro, que paga por adelantado para que le guarden las ediciones hasta con tres meses de anticipación y viene a recogerlas y qué decir de nuestros suscriptores, etc. aparte de las ediciones que se remiten a otros países por parte de familiares que leen al Semanario en Jaén y dejamos de lado las ediciones por internet en nuestro portal leído en casi todo el orbe.
Estas curiosidades serían extensas enumerarlas, pues constituyen parte del estímulo que nos mantiene en permanente actividad y como están viendo, siempre a vuestra disposición en la ruta estricta y severa de nuestra línea: por la verdad, con la verdad...

Al marcar esta semana la edición Nº 1500, no podríamos soñar en la Nº 2000, en la vida hay tantas sorpresas, peor aún en un camino escabroso como el que se recorre con este vocero, los imprevistos siempre acechan, como lo ocurrido recientemente: la estructura espiritual, mental o intelectual, puede estar en perfectas condiciones, pero no siempre es compatible con la estructura física, de allí el registro de la escena final del Gran Mariscal Ramón Castilla, cuando cayó vencido por su asma en el desierto de Tiviliche (Ica) cuando se dirigía a Lima para derrocar al impostor: «Señor: unos días más de vida y habré salvado a mi patria...».
Nororientalmente: El Director.