Cuestión de asimilar o de molestarse?
Diríamos que, depende de cómo sea tomado por
la persona aludida.
En los próximos días es muy posible que en
Lima sea juzgada una estudiante universitaria por haberle dicho «serrano» a un
policía; que, conforme se pudo apreciar en el video difundido, el aludido lo
pudo pasar por desapercibido; pero hubo una filmación, intervino la prensa
magnificando y hasta escandalizando. Esa misma prensa que explota y promueve el
racismo con programas vejatorios como el de «la paisana Jacinta», que sí es
agresivo y por demás humillante al poblador andino. Pero al margen de estas
bagatelas, se ha dicho hasta el cansancio: en el Perú, quien no tiene de inga,
la tiene de mandinga; es decir, lo de serrano, si nos ubicamos solamente en
Lima Capital, sólo un 15% no tienen procedencia andina, el resto, todos
«bajaron» de la sierra o simplemente provincianos que suelen ser igual
discriminados. Peor si son de Chincha, o de Zaña, salvo que sea futbolista de
equipos profesionales o internacionales, para ellos la discriminación,
especialmente por las rubias, no existe. De modo que, quejarse por
discriminados, es una cuestión más de forma que de fondo; no obstante, hay
leyes severas que reprimen a los que se «pasan de la raya».
Entre los motivos para este comentario es
volver las miradas a la escuela, al hogar, donde se debe preparar a los niños a
mantener su autoestima, como cholo, negro o serrano, etc., términos que muchas
veces se transforman en un sentimiento cívico. Por ejemplo, en las comunidades
nativas, hay discriminación contra los colonos, occidentales a quienes se les
llama «mujañas» (de cerro o serranos), como muestra de un orgullo racial innato
que ninguna ley lo anula.
Todo eso, con una orientación o educación
adecuada, blinda a la persona y hace que se sienta orgulloso de su raza, de su
origen, de su apariencia y los insultos o racismos, simplemente pasan muy lejos
de herir susceptibilidades.
Salvo mejor
parecer....
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