Y lo que está sucediendo ahora, no estaba en los planes de ningún gobernante, tampoco dentro del rubro de «contingencias», los ha cogido en el aire y con las manos en las verijas. De pronto en Perú, empezaron a salir los decretos de urgencia, las ordenanzas, los presupuestos infaltables para cada declaratoria de emergencia y los «sapos» que nunca faltan, frotándose las manos para hacer su agosto en marzo. Desde nuestra óptica lo que se está haciendo en el sector EDUCACIÓN es la muestra más evidente de la desesperación, del atolondramiento y falta de serenidad. Suspender las clases para evitar reuniones grupales que puedan generar contagio y obligar que asistan los profesores, que en la mayoría de instituciones educativas no son 10 ni 50 ¿Acaso creen que cada uno se ubicará en ambientes aislados en los locales escolares? Lo mismo podría suceder en los hospitales y todas las instituciones públicas y privadas en las que el trabajo no es individual, las empresas industriales, las agrícolas, el ganado que es también objeto de contagio, etc.
Es decir, estamos ante una situación caótica y nuestros gobernantes deben afinar el pulso para no tambalear y al final el CORONA VIRUS se transforme en CORONA-ROBOS. Salvo mejor parecer...
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