Semanario ¡Nor Oriente!. Los únicos de la Región. ¨Por la Verdad, con la Verdad, hasta la Eternidad¨

domingo, 12 de agosto de 2012

Impotencia, incapacidad, envidia o avaricia?



       Estas pequeñas interrogantes las tengo flotantes desde hace mucho tiempo y he decidido soltarlas en el presente.
  El tema tiene que ver con eso que siempre escuchamos, ya sea en el chismorreo popular, de barrio, barriada, plazuela, mercado o peluquería, siendo mucho más condenable cuando sale de la boca de ciertos (muchos) comunicadores que se adueñan de los micrófonos y pueden escupir por el aire o las pantallas lo que su cerebro produce.
 Claro, que no podemos generalizar; pero vayamos a los casos más concretos: un campesino, descubre en su niñez o su adolescencia que si no se supera mediante el estudio que implica esfuerzo y sacrificio, seguirá pobre para toda  su vida y se atreve a cruzar la inmensidad de obstáculos, limitaciones, miserias, vergüenzas y todo lo que implica atravesar el océano de adversidades para llegar al éxito: alcanza un sitial en la sociedad como profesional, se sigue superando y sigue ascendiendo en la escala social. Como buen profesional, se supone que debe percibir buenos honorarios o un buen sueldo también. O si cogió la OTRA RUTA, la del comercio, desde el ambulatorio, el pequeño, mediano y después mayorista, sus negocios irán aparejados con sus adquisiciones de bienes, al igual que el anterior. Para llegar al éxito, los que salimos desde ABAJO, cuesta sangre, sudor y lágrimas; SIN EMBARGO, aquí viene el meollo de este asunto: muchos ociosos, incapaces o impotentes, que pudieron tener las mismas o mejores oportunidades que los anteriores, se la pasaron mirando el tiempo pasar (como dice una vieja canción) y al invierno llegar y se quedaron en la orilla del gran río del desafío, mirando a los que llegaron a sus metas y aquí viene el producto de estas frustraciones y limitaciones. En palabras del pensador argentino José Ingenieros: les duele el progreso de los otros, les incomoda haberse quedado en la zaga y empiezan los petardos: si como profesional, llegó alcanzar un puesto o un cargo con un sueldo de diez mil arriba y por concurso, no como los funcionarios ediles de la MPJ que se colocaron sueldos astronómicos a su gusto y sin medir capacidades ...«Ahhh...¡Qué barbaridad! tremendo sueldo»...o si como comerciante próspero y honrado (que son muy pocos) alcanza lo que otros no alcanzaron: «Ahh...es pichicatero...». Claro que en Jaén o San Ignacio y según las frases del «especialista en narcoterrorismo» Jaime Antezana, el blanqueo de activos debe agrupar en un «gremio» especial a éstos y a ellos no nos referimos. Por lo demás, existe mucha mezquindad de parte de quienes vivieron sus tempranos años mirando pasar los aviones por el cielo y los autos por las pistas y no hicieron nada para embarcarse.
   Muchos de éstos suelen torcer, desalinear, desorientar o entorpecer mucho más el desarrollo de la nación, creando falsos conceptos, amasadores de odio, envidia y avaricias, puesto que, con tales poses totalmente inmaduras, carentes de sustentos reales o enjundiosos, suelen colocarse como el «vademécum» de la sociedad y creen ser propietarios de la verdad y la razón. OJO: recalcamos, que quienes suelen hacer estos pregones, en muchos casos, ni siquiera concluyeron estudios superiores y ya se ponen al lado del Arzobispo de Lima lanzando anatemas, y sermones en una prédica siniestra que nos está llevando a consolidar la ignorancia, a petrificar el analfabetismo que se mantiene estático, mejor dicho, se abona el retroceso y como podrán palpar, cada vez seguimos peor que antes; porque la mayoría de estos «antisistemas», «antilíderes»,«heraldos del fracaso», que se ubican muchas veces en las aulas como «docentes», o en otros lugares en los que más puedan vociferar sus frustraciones reprimidas, son estos los que mantienen frenados el tan pregonado desarrollo o progreso, en otras palabras, empujan el carro al revés y creen que están en lo correcto.
             Salvo mejor parecer.

             Nororientalmente:

             EL DIRECTOR.

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