Semanario ¡Nor Oriente!. Los únicos de la Región. ¨Por la Verdad, con la Verdad, hasta la Eternidad¨

lunes, 3 de septiembre de 2012

Familia completa muere calcinada


¿Y el Comité Prov. de Seg. Ciudadana?
JAEN.-Un poco más y esto que por ahora es la comidilla en calles y plazas, dejará de serlo para convertirse en algo común, con asesinatos, disparos callejeros en las madrugadas, cantinas y chinganas abiertas con bulla a todo volumen, motos y tránsito en un verdadero pandemónium convirtiéndose JAEN EN UNA CIUDAD INFERNAL, tal como lo dijimos en ediciones pasadas.
   El incendio en el local del próspero empresario JOSE YNDALECIO ALTAMIRANO VASQUEZ (37) ubicado en un pasaje sin salida en la cuarta cuadra de la calle Hipólito Unanue, muy cerca al hospital de Essalud, ocurrido al promediar las 5.45 a.m. del miércoles último, es una advertencia de lo que puede suceder en el inmediato futuro. ¡NOR ORIENTE! inspeccionó junto a un experto en la materia la forma cómo se produjo el incendio. De todos los cabos sueltos atados  al cierre de la presente, se consolida la hipótesis que fue UN ATENTADO, por las dos explosiones que escuchó el vecindario, se descartaría la tesis de «corto circuito», por la forma como se propagó el fuego, de manera veloz que no dio tiempo a los que dormían en la habitación, ponerse a buen recaudo. Se menciona que fue lanzada una botella de vino con gasolina junto a otro artefacto explosivo: lo condenable es que por lo sorpresivo del incendio no atinaron a salvar al pequeño Darwin de tan sólo un año y medio, como tampoco pudo escapar el jefe de familia que al parecer la puntería estuvo dirigida a él y fue el primero en caer envuelto en llamas. Su esposa Miriam Hernández Arteaga (27), quedó con quemaduras de segundo y tercer grado, falleció dos días después de penosa agonía en un nosocomio de Chiclayo.
 El occiso era propietario de un motel en Mochenta, una marisquería «El Refugio» en Fila Alta y su hostal-maris quería «Acapulco» en el lugar donde le sorprendió la muerte.
  El autor de la presente conoció desde muy pequeño al finado, lo mismo que a su padre don Pascual Altamirano Sánchez, que para no entorpecer las investigaciones que esperamos culminen lo antes posible. Ampliaremos en la siguiente edición.

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