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lunes, 19 de mayo de 2014

Nieva en proceso de aculturación (I)


   Para quienes regresamos a SANTA MARIA DE NIEVA (capital de la provincia de Condorcanqui) después de 10 años, es motivo de inmediatas reflexiones muy profundas y no es para menos, ver lo que hasta una década era un pequeño poblado en la margen izquierda del río que lleva su nombre y otro mucho más pequeño en la margen derecha (Juan Velasco Alvarado) y encontrar ahora a esos lugares con una población muy densa y un movimiento comercial, no diríamos próspero, abundante, a la vez muy preocupante.
 Aquí, la mezcla de razas (awajun y las otras), se viene produciendo  literalmente hablando, en un LICUADO veloz, con la unión, más de mujeres (núas) awajun y los mestizos, el apellido de aquellas se va perdiendo, claro, que, los apellidos en los pueblos amazónicos de «aquisito nomás», no reflejan el árbol genealógico o abolengo de sus pobladores, puesto que recién empiezan a colocarse apellidos (cualquier cosa) a partir de los años 50 del siglo anterior.

 Bueno, pero el tema es lo que he visto en esta reciente visita:
1.- Intenso comercio
2.- Full cantinas
3.- Full diversiones
4.-Intenso transporte urbano (mototaxis en la ciudad y peque-peques en el río, para cruzarlo o para desplazarse a lugares aledaños).
5.- La notoria desigualdad social que empieza a surgir, como en todo proceso de mestizaje: patrones y sirvientes, en la más nítida coyuntura de ACULTURACIÓN (Diccionario = proceso que se impone a un individuo o un grupo, valores culturales que son presentados como modelo) y esto es lo que debe preocupar a quienes tenemos ciertas tendencias por proteger a los auténticos peruanos, aquella raza autóctona y salvaje, como diría José Santos Chocano «El Cantor de las Américas». Esa raza, es la que cada día en un trajinar veloz, empieza a diluirse y ya tenemos en pueblos aledaños como Bagua, Utcubamba o Jaén, jovencitas awajun dedicadas a la prostitución, jovencitos de la misma etnia, con cortes de pelo tipo cresta de gallo, de color rubio, tatuajes y «aretes» o piercings, etc. como que también ya vemos «núas» con cabellera rubia. La «evolución» (que mejor se diría INVOLUCION) está venciendo a los míticos y legendarios jíbaros, cuyos descendientes están sucumbiendo con brutal masedumbre ante los descendientes de quienes nunca pudieron conquistarlos o someterlos por más de 500 años, para que ahora, sin usar armas como las de los incas, arca buses, como la de los españoles, látigos y azotes, como los caucheros hoy, con «armas» silenciosas, pero más letales que las otras, están siendo sometidos y avasallados ante las propias miradas de grandes APUS, de viejos líderes luchadores, que ven con impotencia irse de sus manos y de su autoridad a sus propios hijos e hijas y esa raza, otrora indomable, se va extinguiendo y van apareciendo los conquistados como sirvientes, limpiando pisos y retretes en restaurantes, hoteles o viviendas, alcanzando platos, o como mandaderos; porque sus tradiciones no les permiten asumir otras labores, como por ejemplo, en construcción, agricultura, mecánica, etc.

 Lamentamos y condenamos desde estas páginas, el rol que cumplen las numerosas ONGs que con ironía nos parece que desde el inicio de la presencia de esas organizaciones aquí, también se dio inicio a este proceso de involución social y cultural; puesto que no se nota el trabajo de sus componentes, que, EN NOMBRE de nuestros pueblos indígenas, perciben millones de soles, que no pedimos se los repartan entre los pueblos para quienes dicen «trabajar», porque nuestros indígenas podrán ser muy pobres, monetariamente; pero no son limos neros; siempre les escuchamos su clamor por tener mejores oportunidades; que los gobiernos no los sigan mirando como ciudadanos de segunda o tercera categoría; que se rescate su valor étnico e histórico y lo antes posible se establez can normas para frenar este proceso de aculturación, como lo hace el gobernante del país vecino.

       Salvo mejor parecer.

             Nororientalmente:

             EL DIRECTOR.

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