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lunes, 10 de noviembre de 2014

El muertito de Cajamarca y la reacción de las masas

  «Conga no va»; «Goyo libertad», «Ollanta Humala traidor» y como a pedir de boca, un muerto en un frustrado desalojo de un inmueble hipotecado a una financiera, casos de los que tenemos a montones; era esto último que llega como el anillo al dedo para que se complete el fandango en la ciudad del Cumbemayo.

 Empezaremos del concepto del psicólogo francés Gustave Le Bon: «La masa es siempre intelectualmente inferior al hombre aislado; pero desde el punto de vista de los sentimientos y de los actos que los sentimientos provocan, puede, según las circunstancias, ser mejor o peor. Todo depende del modo que sea sugestionada».

  En Cajamarca ciudad, hay una sensibilidad muy aguda  respecto a un sentimiento colectivo de rechazo a este régimen (y otros más que vengan), algo así como suele decirse en el argot popular, están con el poncho arrastrando a la espera que alguien lo pise un poquito y ¡ya!. De modo que lo que en Jaén o Bagua pudo ser una más de las tantas órdenes de desalojo para que la entidad financiera haga cumplir un compromiso pactado, aceptado y convenido así por el deudor, allá, en el marco de esa psicología de masas llegó a convertirse en una tragedia, que precisamente por ese mismo sentimiento colectivo, masivo que incluye amplios sectores de la prensa nacional, con el agregado que cada quien aprovecha la ocasión para llevar agua a sus molinos, hasta podrían ser la causa de una caída de este régimen, que es precisamente lo que sus opositores ansiosamente lo desean.

 Un poco, como que nos trae el recuerdo de aquel episodio en Jaén (año 1961) del CASO FOSFORITO que terminó con un muerto, heridos y la comisaría incendiada y esto, que se cortó a tiempo, si no, Jaén hubiese ardido en llamas, porque ese sentimiento masivo, ya mismo se extendía por toda la ciudad que felizmente era la décima parte de lo que es ahora.

  Aunque usted no lo crea, dentro de estos criterios o parámetros, están actuando todos: empezando por  un presidente de la República que condena «los excesos» de su policía; un ministro del Interior que pide paredón y ofrece «recompensar» a los deudos; un Poder Judicial que destituye a jueza que ellos mismos nombraron, líderes opositores que por lo bajo celebran este fandango, como se dice «a río revuelto»; pero que si lo miramos fríamente desde Jaén o de cualquier otra coordenada, como diría Einstein en su teoría del  Relativismo, la situación es similar a la que ocurrió como por ejemplo en la gran tragedia del Estadio Nacional, en Juliaca, cuando lincharon y mataron a su alcalde, etc. «TODO DEPENDE DEL MODO QUE LAS MASAS SEAN SUGESTIONADAS» (Gustave Le Bon).

  ¿Qué se esperaba de la reacción de jóvenes, impulsivos policías preparados precisamente para eso? ¿Que debería haber hecho la Juez, ante requerimientos documentados para que se cumpla con la «ley» que así le llaman; porque así nos las impusieron desde el Congreso, con o sin influencias de los poderosos a los que siempre estamos sometidos desde la conquista del Tahuantinsuyo?

 Aunque Ud. no lo crea, un muertito en coyunturas políticas como éstas, es muy importante y hasta beneficioso para quienes buscan algo más allá de la reivindicación a los deudos del muertito, es muy poco, quieren más muertos.
       Salvo mejor parecer.

             Nororientalmente: EL DIRECTOR.

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