Defendamos la patria

Escribe: Angel Moreno Alberca

“El Perú no es un país embrujado”, sostenía don Valentín Paniagua, en aquella primavera democrática que él presidió a la cabeza de un gobierno que adecentó la política peruana, después de diez años de robos y crímenes de la más nefasta noche de nuestra historia republicana. Mejor dicho nadie nos ha hecho la brujería para que siempre tengamos un gobierno que traiciona las esperanzas de los peruanos.

Si revisamos la historia nos encontramos con don Mariano Ignacio Prado, presidente del Perú en 1879, se fue del país en plena guerra con Chile, con dinero para comprar fusiles, y nunca más él regresó, ni la plata ni las armas. Como premio a esta traición, elegimos dos veces presidente a su hijo Manuel Prado Ugarteche. De igual modo, don Alan García, después de hacer un gobierno desastroso entre 1985 y 1990 y huir del país, regresa triunfante en el 2006. Hoy, al igual que ayer, la derecha peruana intenta con todo su poder económico, imponernos a la hija de un asesino condenado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad, para que la elijamos como presidenta de un pueblo al que robaron y asesinaron.

En esta lucha desigual, rodeada de toda una campaña mediática, los medios de prensa capitalinos, la mayoría, apuestan por el “Fujikeiko-Ciprianismo”, y ponen todos sus millones para comprar periodistas, despedir a los que no se alinean y montar una campaña del miedo para asustar a la gente sino votan por la Fujimori. Todos los días gritan en los titulares, para intentarnos callar; mienten para ocultar la verdad y pretenden como en el pasado manipular nuestro voto.

Quisiera refrescar sólo dos episodios de este pasado vergonzante, la Guerra del Cenepa de 1995, que la perdimos, nos tumbaron 8 aviones y Tiwinsa fue entregada a manos ecuatorianas. Y la perdimos porque nuestros mejores oficiales estaban presos, de baja o en el destierro y el incapaz de Hermosa Ríos con Montesinos dirigieron unas operaciones militares totalmente desastrosas. El Honor lo salvaron los soldados integrados por nuestros nativos Awajún y Wampís.

De Jaén se llevaron dirigentes campesinos que se atrevieron a defender los bosques de San Ignacio, los metieron presos acusándolos de terroristas, y sólo salieron libres por la presión internacional y el apoyo e la iglesia. Los maestros fuimos perseguidos por ser sutepistas y nos aplicaron la famosa “Ley de Apología del Terrorismo” y convirtieron al Perú en un país de soplones, donde el sospechoso de terrorismo era juzgado por “Tribunales Sin Rostro”, sin derecho a la defensa.

El pueblo peruano quiere el cambio, no el continuismo de un deteriorado modelo, que sólo significa el enriquecimiento de las trasnacionales, el deterioro De nuestro medio ambiente, un estado débil sin capacidad de control y fiscalización. Por eso apostamos por Ollanta Humala, para inaugurar otra etapa de nuestra historia, donde se dialogue con los pueblos, y no se les meta bala, donde se generen consensos, se defienda nuestra reserva estratégica que es la Amazonía y se haga efectivo el gravar las sobreganancias mineras, para financiar los ‘proyectos contra la pobreza.

Con Humala está toda la intelectualidad peruana a la cabeza de Vargas Llosa, los partidos políticos y sus dirigentes a la cabeza de Alejandro Toldo y sobre todo la juventud y las mayorías populares. Con doña Keiko los que se enriquecieron con su padre y jugadores de fútbol como el Chorrillano Palacios y el Puma Carranza, que no meten goles a nadie.

Si Humala significa salto al vacío, lo otro es salto al desagüe, como decía una joven. Si de Humala se tienen dudas, de los Fujimori se tienen pruebas. Por eso nuestro voto tiene que ser de castigo. Y en estas fiestas de aniversario de la Independencia de Jaén, sintámonos herederos de los bravos bracamoros, haciendo de nuestro voto un VOTO DE REBELDÍA, para defender a nuestra patria.