Cuando Cristo participó
en lo que se llama «la última cena» junto con sus apóstoles, refieren los
evangelios que al momento de partir el pan les dijo «haced esto en memoria
mía...» y los cristianos de todo el mundo se esfuerzan en practicar esta
enseñanza, como la mejor ofrenda para quien murió crucificado por salvarnos.
Mencionamos este pasaje bíblico, no por
cucufatería, si no por considerarlo como el mejor referente de cómo se rinde
homenaje a un mártir. El 26 de enero los
señores periodistas del país, hicieron un paréntesis en sus actividades
cotidianas para rendir homenaje a quienes ofrendaron sus vidas hace 33 años,
por ESO que debe ser la esencia del
quehacer profesional de quienes bajo un juramento nos comprometimos hacerlo.
Desde nuestra modesta concepción seguiremos
con nuestro pragmatismo, admitiendo que no hay mejor homenaje que la praxis
permanente en la lucha por descubrir
LA VERDAD llevando como estandarte esa mística que debe prevalecer por sobre
todo en este incomprendido oficio, en el que los corruptos apestan y jamás les
concederíamos un espacio, mucho menos una entrevista; porque ello implica
complicidad, encubrimiento. Actos que nunca habrían hecho nuestros MARTIRES DE
UCHURACCAY. Por eso, el mejor home naje no será un pálido discurso demagógico,
si no, un batallar permanente, hasta lo imposible, así como ellos lo hicieron,
sin importarles sus vidas. Aquí, no discurseamos, aquí lo hacemos, lo
practicamos CON LA VERDAD, POR LA VERDAD, HASTA LA ETERNIDAD. Nuestro lema, que
nos pone en la otra vereda de los consagrados homenajeantes a esos mártires que
ya no están.
EL DIRECTOR.
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