Semanario ¡Nor Oriente!. Los únicos de la Región. ¨Por la Verdad, con la Verdad, hasta la Eternidad¨

lunes, 21 de noviembre de 2011

La vida o la mina

EDITORIAL


Tranquila estaba la humanidad en su «paraíso» después de Adán y Eva, cuando la codicia para ser «más» ricos, aún no se convertía en epidemia que contagiaría a todo el globo terráqueo.
Tranquilos estaban también nuestros pobladores americanos (del continente Abya Yala), antes que lleguen los europeos con esa epidemia tan salvaje y cruel como las peores pestes que pueden aquejar a los seres humanos: la codicia por el oro.
Nadie podrá negar que la actividad más prioritaria a la que se dedicaron fue la minería, como que nadie podrá opinar lo contrario que desde los primeros socavones en épocas de la Conquista hasta la tierra arrasada, en épocas de los ya conquistados, como ahora, esta actividad nos ha traído más problemas que cualquiera de los centenares de conflictos, y guerras que hemos tenido desde que fuimos avasallados por los invasores europeos.
Erradicar, extirparlos, sacarlos o expulsarlos en la actualidad, nunca será tarea fácil y hasta nos parece un imposible, tan parecido como al narcotráfico con amapola o coca.
En los segundos mencionados, se han tejido enormes redes de mafias que violan leyes, rompen rejas de cárceles, compran sentencias con jueces o fiscales que nunca faltan en cuanto a sus proclividades o tendencias al dinero fácil. En la minería estas artimañas son de inconmensurables magnitudes, no se compran jueces ni se rompen rejas de cárceles, se compran congresos enteros con todos sus congresistas para sacar leyes que los favorezca, se compran ministros y presidentes como el caso de los faenones, etc.
En este caso ahora, con don Ollanta Hu mala, no va mos a creer que cuando candida teaba la pri mera y segunda vez era un neófito, un ignorante y cándido conocedor de estas realidades. Lo sabía y lo sabe perfectamente y aunque no suelta todo lo que tiene por dentro, nadie podrá acusarle, por ahora, de ser otro vendepatria, como los anteriores gobernantes.
Lo mismo que el actual presidente regional de Cajamarca don Gregorio Santos Guerrero, que contagiado de la euforia y el frenetismo campesino, con líderes que buscan tribunas para otros fines que no necesariamente son los que pregonan, estarían por llevar al despeñadero a estos pueblos en la creencia que se puede extirpar este mal con más de 500 años de antigüedad y ya se escuchan voces de «vida o mina», alegorías de muertes y sacrificios humanos, etc.
Los que ya pasamos el umbral de las locuras de adolescentes, tenemos que ver a este GRAN PROBLEMA desde otras perspectivas con serenidad responsable. El problema es gravísimo. No se trata de combatir al pandillaje, a las bandas delincunciales de asaltantes de carreteras o «marcas». Se trata de enfrentarse al núcleo del poder mundial que aplasta y avasalla todo intento que apunte a contrarrestarlos. Si en México el narcotráfico hace temblar sus estructuras políticas como Estado, se imaginan lo que pueden hacer éstos enormes grupos de poderosos ricos que ponen el remedio a las crisis económicas o las «fabrican». Es cierto, como país pobre, tenemos muchas necesidades; pero no podemos optar por la opción que adoptan ciertas mujeres con hijos por críar: coger su plástico y su papel higiénico y entregarse al que le soluciona sus necesidades.
Sin mezquindades y con hidalguía, saludamos y respaldamos a los movimientos campesinos de nuestra región Cajamarca que a estas alturas de nuestros cancerígenos males se levantan para poner un tope a estos excesos.
Instamos para que de por medio prevalezca la ecuanimidad y no se propicie más encarcelamientos. Los camaradas, lo saben, lo pregonan: vivimos en un Estado cautivo y rehen de los imperialistas del que aún, no nos hemos liberado.
Salvo mejor parecer.

Nororientalmente:

EL DIRECTOR.

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