Miles recordaron a su progenitora con música, flores y bailes.
Camposantos lucieron repletos..."¡Tres hurras para Hildita!", se oye
decir en un rincón del cementerio El Ángel. Y en solo unos segundos empiezan a
romper el viento las notas del famoso vals que lleva el mismo nombre de la
madre ausente. Hijos, nietos y hermanos rodean su tumba y la recuerdan con
cariño, mientras un dueto con cajón y saxo toca las que fueran en vida sus
melodías más queridas.
Entre los roles más
esenciales que un medio de prensa debe cumplir, consideramos, es LA EDUCACION,
educar al pueblo, desterrar las vergonzosas lacras del oscurantismo y la
ignorancia que arrastramos como estigma desde
épocas milenarias.
Que en nuestro medio y en el país en general,
es poco y casi nada la contribución de los medios de comunicación masiva para
contribuir al fortalecimiento de una cultura popular cuyos soportes sean la objetividad,
la sinceridad, producto del conocimiento unido a valores que son precisamente
los medios de comunicación masiva, los que están destruyéndolos, con difusión
de frivolidades, pornografía, morbo y sangre.
Una de las tantas publicaciones de la prensa
capitalina hemos recogido y colocado en la parte superior de esta nota
editorial; para que sirva de simple
refencia de nuestro estancamiento y/o retroceso en cuanto al esclarecimiento de
verdades y valores, que nos ha llamado profundamente la atención que estamos
seguros muchos de nuestros lectores también compartirán lo que diremos a
continuación:
Se habrían fijado que el domingo pasado, los
cementerios estuvieron muy concurridos, empezando por el nuestro de Fila Alta,
las vendedoras de flores hicieron su agosto en mayo vendiendo ramos, completos,
rosas blancas, rojas o amarillas, en
cementerios de la costa los rezadores y los improvisados artistas folklóricos,
muy solicitados en el camposanto igual que los rezadores, un nuevo oficio,
gracias a esto que estamos tratando. En Lima un ramo de flores en lo genérico
de 80 a cien soles, en Chiclayo de 30 a 60 y Jaén no se quedó atrás...Aparte de
las canciones «...quiero estar a tu lado madrecita querida...», «Quiero verte
madre mía...», «Madre hay una sola...»; «Una carta para el cielo...»; etc.,
etc.
Muchos de ustedes habrán visto de cómo estos
hijos (con muy raras excepciones) cuando tuvieron vivas a sus madres ¿acaso se
molestaron en comprarles un regalito, vestido o zapatos de 30 u 80
soles?...Varios de éstos, borrachos, juergueros cuántas noches de insomnios hicieron pasar a sus madres
llegando en las madrugadas o durmiendo en otros lugares, o para ser rescatados
de las comisarías.
Pero nuestra cultura, asentada en miles de
años de verdades a medias, de tradiciones populares que incluyen mitos y
leyendas, fábulas y cuentos, nos dan como resultado esto, que en vez de
erradicarse, se acentúa más y al igual que muchos «católicos» (entre comillas)
que van los domingos a misa para tragar ostias y golpearse el pecho, creyendo
que con eso ya están «purificados», lo mismo sucede con las difuntas mamás,
esperan que se mueran para decriles que las quieren, esperan tenerlas en el
cementerio para pedir los tenga a su lado, esperan tenerlas en el más allá para
llevarles flores, cantos, música, «lo que en vida le gustaba» y cuando estuvo
EN VIDA, nunca se acordaron. Las gruesas vendas que cubren ojos y cerebros de
nuestros prójimos les impide ver y saber que lo que está en el cementerio, ya
no es la mamá que en vida no apreciaron, allí están SUS RESTOS MORATALES, sus
DESPOJOS, que ya no escuchan, no ven, ni sienten, ni siquiera de eso se han
percatado.
EN VIDA, TODO, DE MUER TO(A), ya
para qué... Salvo mejor parecer.
Nororientalmente:
EL DIRECTOR.
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