Semanario ¡Nor Oriente!. Los únicos de la Región. ¨Por la Verdad, con la Verdad, hasta la Eternidad¨

lunes, 5 de septiembre de 2016

LA PEOR DESGRACIA

   ¿Cuál sería lo peor que pueda sucederle a un anciano?
  Recientemente conversaba con uno de ellos  y me ilustraba de este modo: Mire los ancianos estamos preparados para sufrir los achaques de la vejez, dolores, enfermedades, etc. todo eso, puede soportarse; pero lo que no es fácil soportar, es la soledad y la indiferencia de los cercanos familiares. No hay peor dolor que la soledad, porque no hay medicinas para curarla».
 Motiva la presente, una información periodística que circula en estos días, dando cuenta de la situación muy crítica que está viviendo el reconocido y famoso actor mejicano Andrés García, en deprimente soledad, sin recibir visita de sus hijos, abrumado también por las dolencias que a sus 75 años lo acosan; que pese a la fortuna y opulencia que vive en su residencia de Acapulco, nada de ello le calma sus angustias, tal como da cuenta la prensa internacional y porsupuesto, no se necesita mayor imaginación para percibirlo.
  Que cómo se portaron cuando criaron a sus hijos, o cómo los criaron? Ese es otro asunto, si nos atenemos al conocido adagio «cosecharás lo que siembras...» Pues no solamente es el actor mejicano, hay muchos otros que en el anonimato están agonizantes, no por sus enfermedades, si no por sus soledades, en el peor de los casos, no solamente sufren abandono, si no que hasta son negados por sus hijos y no hay razones suficientes para que se culpe de todo a ellos, si no se pasa por un tamiz de autocrítica para reconocer en qué fallamos.
  Si bien es cierto, se levantan enormes tribunas para contrarrestar la violencia contra la mujer; pero se deja muy lejos el interés por la defensa de los hijos, que deben ser LA ESENCIA desde donde se inicie el análisis de las primeras, las principales y las más importantes causas para evitar los feminicidios, de allí que esta campaña, como se está viendo, no ha frenado y mucho menos ha cambiado para nada   tanta agresión a las mujeres, porque esos hijos que crecieron en esos hogares, siguen poseyendo ese «virus» fatal de la violencia.
Salvo mejor parecer...

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