Por primera vez en la historia de los gobiernos regionales, que no es muy larga, en Amazonas se viene dando un caso sui géneris, el gobernador y su vicegober nador totalmente enfrentados, discrepantes y en permanentes controversias, sin mencionar las denuncias mediáticas que desde que se pelearon, le viene haciendo Carlos Navas.
La ley le obliga al titular, en sus ausencias, delegarle funciones al vicegobernador y aquí está el problema de Gilmer Horna, las veces que le dejó el sillón gubernamental, el encargado lo usó para hacer lo que le pareció conveniente, a tal punto que llegó al extremo de firmar resolución para entregarle un lote de 5,570 hectáreas en concesión a la minera Afrodita; pero no solamente ESÓ, también dispuso designaciones de funcionarios y ceses o movimiento de personal, en especial los de confianza del titular, aumentando las discrepancias entre ambos.
Por lo que, desde hace algún tiempo, Gilmer Horna optó por una alternativa especial: dejarle el encarago, pero, con especificaciones o limitaciones, como es el caso del último documento (memorando, ni siquiera oficio o resolución), mediante el cual le deja la encargatura; PERO, algo así como si le pusiera camisa de fuerza, para que solamente le sirva de representante, tal como se lee en la parte final en la que le recalca sus funciones como encargado, «a excepción de la designación o destitución de funcionarios de confianza». Que a decir de la opinión pública, esta vez don Gilmer ya no fue cojudo para dejarle todas las funciones a su vice, si no que, le puso topes o límites; que en otros, se lo habría rechazado dicho encargo; pero como el poder aunque sea prestadito es rico, a don Carlitos
le gusta, aunque sea un poquito.
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