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domingo, 4 de diciembre de 2011

EDITORIAL

Violencia familiar

Esta vez, descansaremos un poco en esta página que la tuvimos muy ocupada con los problemas mineros que continúan desde luego, pero no nos parece bien seguir con más de lo mismo.
El otro tema que llenó muchas páginas, espacios y redes sociales fue el relacionado a la «no violencia» familiar, específicamente contra la mujer.
Y se dramatiza hasta convertir en tragedias con el discurso de siempre, contra el «machismo», contra los abusos, se muestran imágenes de mujeres ensangrentadas, hinchadas los pómulos, tendidas en camas de hospitales, etc., Vean que estas campañas mundiales, que ya llevan varias décadas, están obteniendo inmediatos resultados, no precisamente porque se está atacando al núcleo de las causas o al meollo que originan estas riñas, peleas o guerras entre parejas, si no, por todo lo contrario.
A la par que se predica la no violencia, se intensifica la difusión por la «igualdad de género» y la del sexo «débil» que hasta hace poco la creían, ahora está más fuerte que Silvester Stalone en acción.
Cuando decimos que los resultados se han visto de inmediato es porque, a más campaña de supuesta concientización, más batallas, más asesinatos, mas descomposiciones de hogares, más hijos al desamparo y esto, al parecer, no lo para nadie.
Tan equivocado el «remedio» y tan inoportuna la proclama, que al sexo «débil» lo ha trastornado y se lanza al cuadrilátero en la creencia que ya es «igual» que su marido, lo desafía, se enfrenta, no sólo físicamente, también rompiendo esquemas costumbristas del hogar, con «saliditas» para reunirse con amigas y amigos, «si tú sales y tienes amigos y amigas, yo porqué no?»...y si se trata de botar una «cana al aire», idem «si mi marido lo hace», etc. OJO, que estamos refiriéndonos al sexo «débil» de la ancha base de nuestra pirámide social, esa que se palpa en nuestros pueblos.
Como podrán entender, en el fondo, estas prédicas resultan contraproducentes y son más perniciosas en sus resultados que la propia medicina con que se piensa curar este mal. ¿Quiénes son los propulsores? Por lo general, religiosas y religiosos que nunca experimentaron vivir en pareja, han creado fórmulas teóricas que están estrellándose en realidades adversas.
He palpado en hogares de las áreas rurales, lo mismo en las comunidades indígenas donde el machismo alcanza el cien por ciento con arraigo milenario y meterles a estos sectores sociales esta fórmula «revolucionaria»? ...Real mente, es un crimen de lesa familiaridad. Se imaginan a una mujer de las nuestras en el campo de aquellas en los pueblos indígenas, tener reuniones sociales, asociativas, institucionales, dejar al marido en casa y llegar pasadas las horas, en lugares donde se festejan los éxitos y las alegrías. La simple llegada pasadas las 9 de la noche a casa, es para que la mujer al abrir la puerta se choque con un puñetazo de su marido. Así, no es la cosa, señoras y señores «antiviolentistas femeninos».
Se olvidaron los sabios ideólogos tas que una tradición que nació con el cristianismo «El hombre es la cabeza...», va a desterrarse sin antes corregir, explicar, ampliar o «derogar» ese versículo del Nuevo Testamento de la Biblia, que es bien golpeado y radicalizado por el Apóstol Pablo...Nos parece demasiada necedad y no por estar de acuerdo se siga practicando el tan reprochado machismo «salvaje». (Quienes conozcan de cerca al autor de la presente, sabrán que lo que aquí dice, lo practica, cero violencia en su hogar).
Hace dos años por esta fecha y en esta página, la entonces Administradora de este Semanario Lic. Sandra Anghelina, escribió algo que nos pareció la fórmula ideal para desterrar esto que tanto preocupa a los predicadores, titulares de ONGs que gastan muchos recursos en estas difusiones vacías. Sandra, escribió que «todo abuso o exceso en el hogar contra la mujer por el marido, la única responsable es la mujer». Así de concreto y preciso; porque hay muchas mujeres que reciben una golpiza, perdonan y siguen para dejarse golpear y hasta matar por el abusivo marido. Esa es la propaganda que no se dice.

Salvo mejor parecer.

Nororientalmente:


EL DIRECTOR.

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