Semanario ¡Nor Oriente!. Los únicos de la Región. ¨Por la Verdad, con la Verdad, hasta la Eternidad¨

viernes, 15 de noviembre de 2013

Increíble existencia y muerte del Dr. Victorino Tasayco Tasayco

Por el Director:
 
 El Dr. Victorino Tasayco Tasayco, nació en Chincha Alta un 17 de noviembre  hace 69 años. Murió el sábado 02 de noviembre a las 4.05 p.m. en la sala de emergencia (reposo) del Hospital General de Jaén.
  Su apego por leer ¡Nor Oriente! le acercó su amistad al Director desde hace más de 20 años. A la vez que leía,  alcanzaba sugerencias, hasta que aceptó ser nuestro ASESOR y DEFENSOR de casi 50 de las 66 querellas que he tenido (hasta hoy). De pensamiento RECTO,  muy  equilibrado, pero también muy humanitario. La amistad con el autor de la presente se tornó muy estrecha en cuanto a los vínculos profesionales, no hubo obra literaria, que no haya sido leída por él, comentada conmigo y al mismo tiempo prestada para leerla. Decenas de obras pasaron por nuestras lecturas. Además de su permanente actualización en temas de su profesión como abogado especializado en  Derecho Civil, con una Maestría terminada, pero no sustentada.
 Hace dos años, cayó muy mal y fue de emergencia a una clínica local, le diagnosticaron «apendicitis», le intervinieron y no fue esa la enfermedad. Semanas después, volvió a caer, viajó a Chiclayo y le detectaron cálculos a la vesícula, le volvieron a operar. Le sugerí denuncie al médico que le abrió la apendicitis y le cobró casi dos mil soles; pero no quiso.
  Hace dos años, resultó con la glucosa subida y le apareció la diabetes, venía tratándose en Chiclayo. Fue esta enfermedad la que desde julio de este año, le afectaría cada vez más, y fue este mal que lo llevó a la tumba.

SUS ULTIMOS DIAS FRIAMENTE CALCULADOS?

 El lunes 21 de octubre una visita inusual a mi oficina, en horas de la tarde marcó el inicio de mi preocupación. Era para pedirme le rectifique los números de mis teléfonos. Su semblante no era el mismo; pero siempre su respuesta fue: «estoy bien, no te preocupes». Meses antes ya había conversado con la propietaria del inmueble que ocupaba recomendándole esté al cuidado y cualquier asunto y a cualquier hora me avise. El lunes 28 de octubre, 04 p.m., mientras estaba en una audiencia en  Bagua, tres llamadas de Victorino a mi celular, (muy inusual), aumentó mi preocupación y tan luego retorné a Jaén fui a verlo. Su semblante estaba muy descompuesto. Me pidió  que le escuche:
-Alejandro, te he llamado, porque no tengo otros amigos como tú. Siento que me voy a morir y quiero hacerte unos encargos, pero antes prométeme bajo juramento que vas a cumplirlos. (me sorprendió su introducción) le acepté y me quedé escuchando. Me dijo: «Asunto uno: aquí tienes la llave de mi vivienda para que vengas a cualquier hora. Dos: aquí tienes mi tarjeta de crédito del Banco de la Nación, y anota la clave, cobro el 18 de cada mes, mi pensión como ex-policía es de 450 soles. He preguntado por un ataúd corriente y cuesta 400 soles. El día que muera prométeme que no me harás velorio, que una vez confirmada mi muerte, me metes en el ataúd, contratas una camioneta y me llevas a enterrar, ahh.. me pones mi terno azul marino y me medalla de abogado. Te doy el teléfono de una hermana que tengo en Lima, anótalo y prométeme que lo llamarás después de  cuatro días de haberme sepultado, por favor, no lo llames antes, no quiero causarle molestias a nadie. Te dejo mi escritorio, adentro está mi ropa, tengo allí 15 camisas Van Husen nuevas,  y estas cositas, ve si los vendes para algunos gastos que ocasione. Los expedientes de mis clientes te ruego busques un abogado que sea de tu confianza para que los traslades, no les des a cualquiera...».
  Imposible ocultar mi perplejidad ante tan sorprendente  encargo y como respuesta le dije: «w’onn... no te vas a morir, donde hay amigos no mueren amigos. Le dije. De inmediato llamé a un médico, que llegó presto, lo examinó y vio que tenía a su lado una Inka kola, le pidió que eso no tome, que se estaba envenenando. Pidió que le muestre la receta que le habían dado en Chiclayo, no había comprado ningún medicamento, de inmediato fui a comprar lo de la receta. Respiraba como cansado, dijo no había comido tres días, que no tenía apetito. El médico me envió le compre tomate y paltas, pero que no coma frutas dulces, también agua mineral. Llamó a un laboratorista le saque muestras para controlar su glucosa. Esa noche, no pude conciliar el sueño, a las 02 a.m. fui a verlo otra vez, lo encontré respirando agitado, pero me dijo «estoy bien, anda duerme, ya no me cuides». Permanecí un rato y lo dejé dormido (al perecer). La mañana siguiente, (miércoles 30) fui a verlo temprano y lo encontré muy mal, volví a llamar al médico, tenía 600 de glucosa, lo llevamos a internar a una clínica local, contra su voluntad, (no quería que lo saquen de su cuartito). Estuvo internado hasta el día siguiente, habían diagnósticos alentadores, al medio día ya quería salir, porque dijo se sentía bien, pero lo dejamos hasta el jueves, dijo tenía una audiencia y ese día asistió a dicha diligencia, me cuentan que lo vieron «muy mal», pero firme disimulando, a nadie que lo saludó le dijo lo que tenía. Por la noche se agravó, me pidió extracto de zanahoria con guanábana, fui a conseguirle, pero su estómago no lo resistía. Al día siguiente, volví a llamar al médico y dispuso lo llevemos al Hospital por emergencia, volvió a resistir, me pedía con su mano que no lo saque de su cuartito «por favor». Pero la angustia por salvarle la vida me impidió obedecerle y lo llevamos al Hospital. Fueron intensos los ajetreos, también los gastos, felizmente se le pudo ingresar al «SIS», por no tener ningún familiar. Ese mismo viernes por la mañana decidí romper parte de la promesa y llamé a su hermana, se le dijo el porqué debería viajar rápido y así lo hicieron, el día sábado al promediar las 12.45 p.m. llegan tres de sus familiares más cercanos. Nos encontraron en pleno ajetreo. Victorino ya estaba con los estertores de la muerte. Radiografías, oxígeno, más sueros, ampollas, ya no tenía vena, la señal titilante de la pantallita que exhibía los latidos de su corazón, se movía intensamente, hasta que a las 4.50 minutos de la tarde, se paralizó, sus brazos se soltaron, su muerte anunciada por él, se había cumplido con tan sólo seis días de padecimiento, casi en silencio.
HASTA CHINCHA
 Sus familiares Gladys Tasayco (hermana) su esposo Juan de la Cruz Escate y su sobrino César Yataco Tasayco, felizmente llegaron a tiempo, aunque por lo visto, ya no los reconoció; respiraba muy agitado balbuceante; pero de todas maneras estuvieron presentes en las últimas horas de su agonía. El sábado a las 6.30 p.m. partieron con el féretro y antes del medio día del domingo ya estaban llegando a la tierra que lo vio nacer. El lunes último fue sepultado.

  En la próxima,  de la  increíble historia de sus familiares que llegaron no por el pariente si no para llevarse los bienes que supuestamente dejaba.

No hay comentarios:

Datos personales