Negociando con la fé católica

No sabemos cuánto tiempo durarán los comentarios, críticas y censuras por parte de los jaeneses contra el alcalde Gilmer Ananías, lo cierto es que, nadie le pasa por alto el haber vendido la feria patronal a particulares y bueno fuera con dinero al contado, si no, al crédito.
Nos permitimos trasladar aquí un resumen del sentimiento popular que fluye y se escucha por donde Ud. camine, el común de las gentes lo entiende así: es mi cumpleaños, mis hijos no me tienen aprecio, pero quieren platita y negocian mi fiesta para ganar dinero y no me dan ni un bizcocho de regalo.
Esto es lo que ha pasado con nuestra feria patronal, pero más allá de aquella referencia, con este negocio turbio del alcalde, se han hecho añicos más de cien años de tradición católica, si tenemos en cuenta las ancestrales costumbres de estos pueblos empezando por sus orígenes en su fundación española, siempre estuvo presente una CRUZ y con la Cruz, la presencia de Cristo. En todos los pueblos de habla hispana de América Latina hay un santo patrón al que se venera y con cada santo patrón hay un comité, una hermandad que cada año se esmera en hacerle su fiesta de lo mejor, así se construyeron hermosos templos que son la mejor tarjeta de presentación de sus ciudades.
En la medida que Jaén fue evolucionando, de la mayordomía simple, pasó al comité y del comité a la Municipalidad con sus comisiones de festejos, hasta hace algunas décadas, la feria era pueblerina, con sus tradicionales carpas en las calles céntricas; poco a poco fue reordenándose hasta que la Municipalidad adquirió su terreno propio y en cada festividad, especialmente las efectuadas durante la gestión del alcalde Jaime Vílchez, se registraban ganancias que se compartían con el «dueño» de la fiesta.
Hasta que a Jaén le tocó un alcalde comerciante, superado neoliberal, que no da puntada sin hilo y si no ve una barreta para sacarla, no pone una aguja, cualidades que no podríamos desdeñarlas; pero siempre que las haga con trasparencia convincente y objetiva.
De allí el enorme revuelo en la población al haber optado por negociarla, mintiendo primero que era «a la asociación de comerciantes del mercado 28 de julio» a través de su junta directiva, para después enterarnos que no fue así y su negocio lo hizo con solamente UNO (visible) y dos semi-visibles tras los cuales se oculta al verdadero inversionista o negociador de la fiesta.
Cederla al crédito por 142 mil, con toda la infraestructura incluyendo personal, logística (para seguridad) y todas sus instalaciones por 15 días que dura la feria, no sabríamos lo que opinará el homenajeado Santo Patrón; pues se ha cometido la más grande irreverencia y falta absoluta a la fé católica y al mismo pueblo al atentar contra su tradición, toda vez que por lógica simple, el homenajeado se quedará en su casa sin que se le haya programado un porcentaje de las supuestas ganancias que se proyectan obtener; pero hay algo más que no figura en el contrato. NINGUNA CARTA FIANZA, ni garantía para los compradores o para el vendedor de la feria, lo que quiere decir que cualquier figura de pérdida, está justificada desde ya y no pasará nada. Así de simple y ventajoso este nuevo rubro que acaba de descubrir nuestro financista alcalde.
Lo que en síntesis, se ha conseguido es que se abra una nueva ruta de la anti-religiosidad con sello auténtico de un mercantilismo irreverente (las ganancias por encima de todo) y para los años siguientes, el Señor de Huamantanga con toda su hermandad, ya no tendrán que esperar el «14 de setiembre» para celebrar su fiesta; porque a partir de este año, la fiesta será para los que la comercialicen, tan parecido al episodio bíblico aquel de «los mercaderes del Templo», con la diferencia que falta un Cristo que los agarre a latigazos, que no dudamos, lo hará en sus homilías nuestro Párroco Humberto Tapia y con toda su energía cristiana que le caracteriza, lo que en algo tranquilizará a la desfalleciente feligresía tras este brutal golpe de herejía.
Salvo mejor parecer.

Nororientalmente:

El Director.