CAPÍTULO X
Escribe: S. Alejandro
Carrascal Carrasco: Profesor de profesores Bilingües - año 1975-1980.
Y DESTRUYERON TODO
Recuerdo que, una vez concluida la
recopilación, 70 seleccionadas de las 200, se produjo un pequeño debate entre
los autores de tales recopilaciones, la inquietud flotante era de ¿Cómo
pudieron destruir una ciudad con un promedio de dos habitantes simplemente con
las manos?. La respuesta fue inmediata, utilizaron vigas y palos de diferente
tamaño algo similar a los que usaban los ejércitos de la antigüedad conocidos
como ariete. Agregaron que dicha modalidad hasta ahora la utilizan, que según
las narraciones de sus abuelos una vez que las paredes se derrumbaban mataban a
sus ocupantes saqueaban lo que creían conveniente y les prendían fuego.
Queda en libertad la
imaginación de nuestros lectores para entender cómo lo hicieron y cuánto
hicieron en media noche que hasta el amanecer sólo quedaron escombros.
Refieren las tradiciones que
mientras un grupo minoritario del ejército indígena cogió la ruta de regreso
por Pomará rumbo a Chiriaco llevándose los trofeos de guerra (mujeres y
tesoros), otro grupo numeroso enrumbaba hacia Rentema Tomependa destruyendo
todo lo que a su paso encontraban,
refieren que llegaron a Bagua donde ya existía una pequeña población de
españoles, también los mataron y destruyeron. Continuaron por las riberas del
Utcubamba, según refieren las tradiciones sin dejar un pueblo o asentamiento
español en pie. Coindentemente en un promedio de ocho recopilaciones cuentan
que llegaron hasta Chachapoyas «Y sólo el frío de ese lugar los hizo regresar».
Hasta aquí el resumen de las tradiciones recopiladas.
SOBREVIVIENTES ESPAÑOLES DE
JAEN
Las investigaciones que
tenemos sobre lo que sucedió después de la destrucción de Jaén, son muy pocos
los datos que podemos consignar pero sí algunas evidencias que aún pueden
palparse.
Contaba la señora Soveida
Bustamante de Espejo (ya fallecida) natural de Bellavista Viejo (año 1970), que
sus abuelos escaparon de la furia de los jíbaros junto con otros mencionando
apellidos como los Señores Quijano, Delgado, Velasco, Gutierrez, Masías,
Mendizabal; entre otros, que milagrosamente aprovechando la confusión y la
oscuridad de aquella noche del ataque de los jíbaros fugaron entre los montes y
se escondieron hasta que amaneció el día siguiente cuando vieron que los
aguarunas se habían marchado regresaron a la ciudad destruida para buscar sus
pertenencias. Encontraron que la iglesia también había sido destruida y se
alegraron porque las campanas de dicha iglesia no se las habían llevado; por
lo que optaron por esconderlas lejos de la ciudad destruida y regresaron
después de un tiempo para llevárselas.
Los sobrevivientes de Jaén
antigua lograron instalarse en lo que ahora es Bellavista Viejo; las campanas a
las que hacemos referencia usted las puede ver en el campanario de su único
templo y ahí empezaron a repoblarse los sobrevivientes de Jaén de Bracamoros y
de Tomependa.
Como
podrá deducirse, las versiones recogidas por el autor en el año 1970, primero
de la preceptora (profesora) Clara Luz Montoya Viuda de Balcázar y después de
nuestra última testimoniante, unidos a los del anciano Gerónimo Yaguara, sector
Lejido parte alta de Guayape, a los de la familia Sarmiento de Santa Rosa;
entre otros, nos permiten ubicar cronológicamente estos hechos entre los años
1780 y 1800. Refuerza esta tesis el hecho de encontrar un primer plano de la
ciudad actual de Jaén que ya no es «De Bracamoros», fechado el año 1805; que
como podemos apreciar el Jaén actual el trazo de sus calles, nada tienen de
colonial porque son anchas y no estrechas.
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