Y pasamos la noche en la
que pocos duermen y muchos se la pasan alegres.
Pasamos el día que se marca como el primero
en los almanaques y que bien pudo ser el último de alguien que hasta allí nomás
vivió.
Pasamos la noche y el día de calzones y
truzas amarillas para «la buena suerte». De las 12 uvas y los 12 pedidos. De
salir con maletas o mochilas a dar la vuelta por la cuadra, de barrer la casa a
media noche, etc.
Pasamos los días de aparente alegría, de
abundante derroche, de borracheras, de bailes, de pillerías de cama, etc. Todo
en aras de despedir a un año que le llaman «viejo» y como que llegásemos a otro
planeta, la recepción de un año «nuevo», con fantásticas luces de fuegos
artificiales, jolgorios eufóricos y frenéticos, desde El Naciente hasta el
Poniente, los medios televisivos nos transportan a un mundo tan extraordinario,
como si estuviéramos inyectados con morfina o llenos de cocaína, nos ponen ante
los ojos de millones de niños, adultos y ancianos de toda condición social,
realidades VIR TUALES que nos hacen olvidar todo.
Es la magia de la ultramodernidad y hay que
esperar, que se nos viene el resto...
Desde este Semanario, mucho antes de su
nacimiento hace casi 35 años, aprendimos a colocarnos a un costado de los huaycos y avalanchas, en
las más apartadas tribunas de la vida para poder observar mejor lo que pasa, lo
que hacen y poder mostrar la realidad cruda, esa que no tiene colores
artificiales, ni melodías, ni adornos multicolores. La realidad cruda, esa que
se siente al día siguiente de una borrachera, peor que la resaca, que no se
cura ni con efervescentes o emolientes.
Todo esto, mirándolo desde mi lejana tribuna
me lleva a meditar profundamente para llegar a la conclusión de cómo las
personas, analfabetas o instruidas, siguen siendo dúctiles y maleables, fácil
de ser moldeados y digitados desde los más grandes «búnkeres» ubicados en las
enormes cajas cerebrales que manejan al mundo. China, Japón, Inglaterra,
Estados Unidos, entre otros, son los que nos trasladan a estas realidades de
fantasía; porque son esos países los que más ganan con estas celebraciones, nos
hacen tragar propaganda, nos hacen vivir irrealidades, que como verán, por
ejemplo hoy lunes y los días que vienen de este año llamado «nuevo», para la
mayoría de los peruanos (85% promedio) ¿Qué ha cambiado? ¿Dónde está lo nuevo?
¿Dónde la buena suerte del calzón y truza amarilla, de las 12 uvas, de las
maletas para salir de viaje? etc., etc.
¿Qué han ofrecido y que están haciendo
nuestros gobernantes locales, regionales y nacionales para pensar que el año
«nuevo» va a ser diferente?
Simplemente, NADA; pero nos digitaron, nos
manipularon, nos drogaron o nos hipnotizaron para sentirnos «alegres», para
«gozar» y disfrutar de este «gran acontecimiento».
Una verdadera tragedia que nos sigue llevando
al despeñadero; porque con mentes drogadas, hipnotizadas y manipulables ¿Qué
futuro nos espera, si no, más de lo mismo?
Cuando lo ideal sería:
-Celebrar
cuando hay motivo.
-Alegrarse
cuando convenga.
-Hacer
regalos, o salir de viajes cuando haya solvencia económica.
De otro modo, no entendemos a nuestros
compatriotas, de cómo es posible que sigan quejándose que hay pobreza, que no
hay trabajo, que el sueldo no les alcanza, que amenazan con protestas y
huelgas, etc. porque no tienen plata; pero los vemos en estos días derrochar,
despilfarrar a manos llenas. ¿O es que padecemos de un masoquismo grave? O
simplemente no sabemos lo que tenemos ni lo que deseamos.
Salvo mejor parecer.
Nororientalmente:
EL DIRECTOR.
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