Semanario ¡Nor Oriente!. Los únicos de la Región. ¨Por la Verdad, con la Verdad, hasta la Eternidad¨

lunes, 29 de agosto de 2016

SE FUE UNA DE LAS RELIQUIAS DE JAÉN

SEÑOR FELIZARDO ARTURO VILCHEZ REQUEJO

 A las 4 de la madrugada del viernes último, dejó de existir el quien en vida fue, Sr. Felizardo Vílchez Requejo, padre del actual Regidor Ing° Jaime Vílchez Oblitas.
 Don Felizardo, nació un 3 de diciembre del año 1912, fue hijo de don Felizardo Vílchez Ríos, uno de los primeros alcaldes de esta provincia, cuando apenas eran las cuatro manzanas que rodeaban la plaza de armas y de doña Teresa Requejo Pedraza, descendientes de los primeros pobladores de este valle.
  Casado con doña Rosa Oblitas Díaz en la que tuvo seis hijos: Paco, Cleli, Jaime, Ricardo,  Denis y Yenny.
  Tuve el privilegio de conocerlo por los años 57-60, cuando laboraba como funcionario en la Delegación de Tierras de Montaña, junto al quien en vida fuera Sr. César Gómez Hidalgo, ciudadanos de intachable conducta que teniendo a su merced miles de hectáreas en esta provincia, permanecieron al margen de toda tentación, a diferencia de otros. Lo mismo en su paso por la Beneficencia Pública, poseedora de muchas haciendas y fundos, posteriormente en la que fue primero Inspectoría y después Zona de Educación. El señor Felizardo Vílchez mantuvo su conocida imagen de honestidad, consagrado a su hogar, puntual en las misas dominicales como el mejor ejemplo para sus descendientes. Nunca se supo de una rencilla o algún hecho escandaloso, pese a su condición de patriarca descendiente de fundadores de esta ciudad, mantuvo un perfil bajo, de modestia y decoro, cualidades por las que fue siempre bien reconocido y apreciado.
  Cuando salió por primera vez este SEMANARIO, hace más de 37 años, fue uno de los primeros en felicitar a su Director y se convirtió en uno de los más asiduos lectores, herencia que la continúan sus cercanos familiares.
 Su modesta vivienda en la esquina de las calles Mariscal Castilla y Ureta, queda tal y como la construyó en la segunda mitad del siglo pasado, allí serán velados sus restos que los traen de Chiclayo.
  Su partida a los 95 años, deja enorme vacío principalmente en su viuda quien también está agobiada por el peso de los años; pero por sobre todo, deja una generación de hijos y nietos, herederos de la más invalorable herencia que pocos son los padres que suelen dejar a sus hijos, por lo que  al dedicarle esta elegía    en su excelsa memoria, nos solidarizamos con todos sus familiares al mismo tiempo expresar los deseos que su ejemplo perdure por siempre y siga sirviendo de soporte moral y social para todos los que tuvimos la suerte de conocerle en vida. Estamos seguros que Dios lo tiene a su diestra.

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