Habría que tomarlo por el lado amable al estilo Chespirito, la enorme palizada con lodo barro y piedras que suele bajar como un brutal desembalse de los ánimos frustrados de nuestros compatriotas, que encuentran como su única válvula de escape, lo que los medios de comunicación masiva les ponen a los ojos y a las orejas.
Cuando agradezco aquí al partido de fútbol entre Perú y Colombia que me permite conocer MEJOR A LA GENTE DE MI TIERRA, es porque pude ver la inconmensurable magnitud de la ignorancia en que vivimos, que confirma ese nefasto lugar en las estadísticas mundiales de la ONU, en ocupar el despreciable TERCER PUESTO EN EL MUNDO de los países más ignorantes y no quiero ponerme a un costado, aquí me incluyo.
Ignorancia de la que muchos avivatos hacen sus grandes negocios, como por ejemplo instalar pantallas gigantes en un recinto con una ruma de cajas de cerveza no para estimular el deporte, si no, seguir sangrando a los obnubilados futboleros con borracheras, so pretexto de este «emocionante» partido.
Me di una vueltita por nuestra plaza principal para dar el pésame a los familiares de un notable ciudadano jaenés que había fallecido y me encontré con las sillas vacías, ningún acompañante y en su interior, solamente un familiar y el ataúd completamente solo y me asusté no por la soledad, si no por la temeridad de cómo un familiar muy querido en vida, pueda ser cambiado por un partido de fútbol, había mucha gente en la plaza frente a la pantalla gigante y tuve miedo en el sólo pensar que si Perú metía un gol, hasta el finado podría haberse levantado de su ataúd para gritarlo.
Salvo mejor parecer...
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