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miércoles, 3 de julio de 2013

La codicia le arrancó el cerebro y mató a su amigo


Amigos eran, juntos postularon y llegaron al gobierno distrital de Camporredondo Luya Amazonas. Según datos que pudimos recopilar de algunos vecinos del lugar, todo empezó por la negativa del finado alcalde WILDER CIEZA SILVA, en no dejarle espacios en las decisiones a su primer regidor y teniente alcalde ALBERTO ALTAMI RANO GUAMURO.
  Estas relaciones no muy amicales se volvieron tirantes y empezó a fracturarse la amistad de manera disimulada por parte del marginado regidor. Como se palpa ahora, había y hay mucho dinero para obras y contratos y ese «mucho dinero», en lugares y personas de esta calaña, generan envidias y codicias, por presunciones de que «se la lleva solo», que «no comparte», etc. Hasta que la ambición le arrancó las neuronas y el amigo de antes se convirtió en el enemigo camuflado y fue incubando la idea de quitárselo de su camino para quedarse en el cargo y no tener estorbos.
  Habría sido ese el motivo por el que tomó contactos con el lumpen de Jaén (Fila Alta) donde literalmente los sicarios tienen sus avisitos en las puertas de sus domicilios «Se mata» y con uno de ellos GILBERTO PAISEIG BRAVO (a) «Narizón» tomó contacto y este a su vez, llamó a los suyos:  un tal Félix Cercado Gallardo (a) «Chino»; Jorge Luis Cercado Herrera y otro de apellido Grande domiciliado en la cuadra 5 de Micaela Bastidas Morro Solar, que hasta el cierre de la presente estaba como no habido, pero extraoficial mente nos enteramos que ya  fue capturado.
  Entre éstos se repartieron las acciones, POR SOLAMENTE 20 MIL SOLES que el Teniente Alcalde le dio al «Narizón» y éste los repartió como quiso a sus secuaces. Eso fue lo que costó la vida del finado alcalde para su Teniente Alcalde.   Según se supo de las declaraciones vertidas en la policía, estos sujetos se reunieron en un restaurant turístico de Cuma, allí planificaron, allí se alojaron y desde allí se desplazaron en una moto lineal hasta Camporredondo. Hicieron «su trabajo» y retornaron al lugar para dispersarse, en la creencia que todo les había salido a las mil maravillas, se metieron una borrachera y felices cada quien por su lado.
  Pero el autor intelectual, ni siquiera tuvo espacio en su cerebro para pensar que las llamadas de celulares quedan registradas, día, hora, minutos y segundos y el otro número con quien se comunican. Levantado el secreto de las comunicaciones, fueron cayendo uno a uno. El asesino intelectual, perdió soga y cabra, se dice que los 20 mil los consiguió prestado, habría que indagar quién le prestó y para qué. También se sabe que Altamirano Guamuro estaría guardando «una carta bajo la manga»; porque no sería solo si no que se habría as ociado a otros, todo lo cual tendrá que ir esclareciéndose  a pocos, por el momento, a este asesino le esperan 30 años de prisión y no tanto por haber matado al alcalde, si no por imbécil.


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