¿La ley es Justa? 30 años por matar a su mamá?
Porque he tenido
hijas que pasaron por la adolescencia, es que al ver en los medios de prensa la
semana pasada de cómo extendían sus espacios para publicitar la ratificación de
la condena por la Corte Suprema a la joven Elita Espino Vásquez, me conmovió,
no la noticia, si no la indiferencia, el mercantilismo, tal vez la ignorancia
de quienes dirigimos medios de prensa y apuntamos solamente a vender espacios y
publicidad, aunque hagamos añicos a la humanidad.
He vuelto a revisar mi texto de la
Constitución Política del Estado, en su Artículo 110, en su parte pertinente
dice: «Para ser elegido Presidente de la República, se requiere ser peruano por
nacimiento, tener más de 35 años al momento de la postulación...». He vuelto a
recordar en mi ex-escuela de Filosofía, que para estudiar eso, que no es una
profesión, se empieza también a partir de los 30 años de edad. En las Sagradas
Escrituras, los Ancianos Consejeros, en Roma, en el Incanato, ídem. Etc., etc.
Quienes hemos pasado por algunos estudios de Psicología, en lo referente a la
evolución psíquica de las personas, sabemos perfectamente que la VERDADERA
MADUREZ emocional comienza más allá de los 20 y se extiende más de los 40,
esto, ubicándonos en un amplio espacio PROMEDIO en la evolución de nuestra
evolución, sin descartar excepciones de menos y mayor edad.
Para ser más precisos, tomamos una de las
opiniones de la Dra. Sarah Jayne Blakemore, en su libro: «El misterioso
funcionamiento del cerebro adolescente», que
hemos preferido trasladarlo aquí su párrafo central, textualmente:
Esto,
lo sabían y lo saben los magistrados que condenaron a la adolescente Elita
Espino Vásquez, inclusive su finada madre y su viviente padre, que sigue como
magistrado en Chachapoyas. Con lo cual, no pretendemos opinar porque la
hubieran absuelto; pero de ahí a sentenciarla para que esté recluída casi toda
su vida, nos parece excesivamente INJUSTO. Desde luego que podrá acogerse a los
beneficios penitenciarios; pero 30 años, son 30. Si tenemos en cuenta que su
delito lo cometió a los 18, en pleno proceso de inmadurez psíquica total.
Pero este argumento pasa a un segundo plano,
si apuntamos a la responsabilidad ABSOLUTA de sus progenitores, que a lo largo
del proceso seguido a esta parricida, no se tomó en cuenta y esa forma de vida
que le llaman «moderna», es la usual en estos tiempos de tecnología,
liberaciones, igualdades de género, etc., en muchos hogares cada quien desayuna,
almuerza o cena, a la hora que puede y quiere, esas reuniones en la mesa, ya ni
siquiera se toman en cuenta y algo peor, muchos cenan o almuerzan frente a sus
televisores. Se olvidan de los hijos que creen que al ponerlos a estudiar en
colegios costosos, ya se liberaron de su responsabilidad fundamental, la de
padres que deben formar a sus hijos, la de CONDUCTORES de sus hogares, de
aquellos que la felicidad o la desgracia de su familia depende de cómo se
comporten con los suyos.
Lo que le sucede a esta joven es el resultado
de esa IRRESPONSABILIDAD de los padres, de aquella evasión o renuncia a sus
deberes sagrados de traer hijos al mundo para alimentarlos no con valores y
sanos consejos, si no con dinero y comodidades. Padres que dejaron de ser el espejo o el ejemplo en cuya
conducta deben mirarse los hijos para ser sus principales imitadores. A esto le
llaman sociedad moderna.
En un caso hipotético, si yo habría sido
JUZGADOR, habría condenado no solamente a la asesina, también a sus padres, con
la misma pena, por su corresponsabilidad, incluyendo a la occisa.
Salvo mejor parecer.
Nororientalmente:
EL
DIRECTOR.
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