IMAZA.- (HKI) En
nuestras comunidades nativas suelen suceder hechos muy singulares, a veces
raros y extraños. Hace unos días el profesor nombrado Esteban Chumap Yampanas
de 38 años, dejó de existir al promediar las 9:30 de la noche del día 27 de
agosto último, en su vivienda en el pueblo de Imacita, rodeado de su familia.
En horas de la mañana había
jugado un partido de fútbol con sus alumnos después de sintió mal; en la tarde
cogió su escopeta y se fue de mitayo (caza de animales silvestres) sólo pudo
matar un tucán con el que llegó a su casa para comer en su cena. Cuando estuvo
dormido con su esposa Hilda Dequentay
Samekash (40) al despertar sintió
que su esposo se movía y al preguntarle por lo que tenía no le respondió nada y
casi al instante quedó muerto. El occiso deja cinco hijos menores. Laboró 20
años como docente en la I. E. 16353 de la comunidad de Numpakaym, distrito de
Imaza en Bagua.
La esposa al percatarse de su
muerte, de inmediato dio aviso al pastor evangélico Martín Tiwi quien ordenó
que cierren todas las puertas para que nadie entre a visitarlos porque ellos
con ayuno dentro de siete días lo harían resucitar. Sus colegas con quienes
trabajaba hicieron aportes y fueron a visitarlo pero no pudieron ingresar al
domicilio del finado porque el pastor muy molesto les impidió diciéndoles que
regresen al séptimo día, resultando que pasada las 24 horas el profesor muerto
empezó a descomponerse su cadáver y por mucho que rezaban oraciones y cantos
con el pastor al tercer día ya no podían soportar el olor del cadáver
descompuesto por lo que no quedó otra alternativa que llamar al vecindario y
pedir ayuda para sepultarlo.
Pese a todo, el pastor se
mantuvo en «sus trece» y echó la culpa a que le interrumpieron su tratamiento
de resucitación.
Al cierre de la presente, el predicador
había desaparecido. Han dado cuenta al Apu y todos los pobladores de esta
comunidad se muestran indignados tildando al predicador de ignorante. Pues como
se sabe, en las naciones amazónicas, las concepciones ancestrales respecto a su
cosmovisión, el avance evolutivo de su transculturación es demasiado lento e
irregular, sin un sistema educativo nacional que apunte a nivelarlos con la
cultura occidental, cada quien se forma, según sus condiciones y capacidades.
El Estado no regula ni planifica convenientemente, más allá de talleres y
reuniones.
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