A propósito de una notita muy interesante puesta en las redes sociales por el amigo Elvis Chugna de Bagua, en la que hace deslindes con aquellos que quieren cambiarle su identidad, siendo su nominación oficial «BAGUA», le agregan «BAGUA CAPITAL», el cual NO EXISTE y no solamente es el caso de BAGUA, hay muchos, empezando desde los nombres que les colocaron sus padres cuando nacieron, como por ejemplo «Jorge» y se hacen llamar «Georg»; Pedro o «Piter»; Anastacio «Tasho»; etc.
A Jaén también le ocurre lo mismo; en su partida de nacimiento oficial, figura como JAEN, simplemente; pero hay quienes no lo consideran apropiado y le agregan adjetivaciones que distorsionan atentatoria mente la imagen histórica de los pueblos.
Volviendo a lo de Bagua, explica Elvis Chugna que, «BAGUA CHICA», es parte de la identidad de los bagüinos. Fue su nombre oficial hasta antes de 1941, que con la ley N° 9364, quedó simplemente como BAGUA. Por lo que habría que preguntarse el porqué y para qué modificar los nombres oficiales de los pueblos? ¿Qué motivaciones las promueven?
Por nuestra parte, hemos puesto como referencia inicial ciertos nombres de personas, que se los modifican, por su baja autoestima, que creen que cuando los llaman «Anastacio»; «Gilberto» o «Guasaberto», están rebajando su personalidad, a tal punto que algunos añoran las épocas coloniales cuando las personas valían por el apellido y se les agregaba el «De» Juan DE las Casas, por ejemplo; Héctor DE los Valles; como pequeñas herencias que nos dejó el pasado y aún no se han podido superar y aflora de vez en cuando, sin pensar tal vez que modificarle el nombre a un pueblo, debería considerarse un grave delito; por que se atenta contra su imagen o su identidad; pero ¿quién podrá contra la avalancha de la deformación cultural de las personas? ¿Cómo cambiarle de opinión a alguien que creció deformado en cuanto a su autoestima o inapropiadas concepciones?...
Los sobrenombres o apodos, existieron desde épocas inmemoriables; más allá de la nominación de los apóstoles de Cristo; por lo tanto «BAGUA CAPITAL» lo seguirá siendo para quienes así la perciben; «Piter» para los que no les agrada Pedro; etc.
Las adjetivaciones o sobrenombres jamás cambiarán la naturaleza de lo que son.
EL DIRECTOR.
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