La Política y la Comercialización de la Voluntad Popular. En la medida que se acercan las elecciones vecinales del 2018, está más cerca el momento de definiciones en cuanto a la consolidación de los equipos de uno y otro partido o movimiento político de cara a las elecciones del próximo año.
Las aguas se siguen moviendo bajo la superficie y lo seguirán haciendo probablemente hasta fin de año; vaivenes, rodeos, dudas; pactos, alianzas, estrategias y jugadas de enroque como en el ajedrez; al final, los que se unan lo harán, no tanto pensando en el interés mayoritario de todo un pueblo, no tanto tomando en cuenta cuáles son las coincidencias programáticas de cara a una gestión que le procure desarrollo a la ciudadanía, sino pensando en cómo sus intereses particulares y grupales quedan mejor acomodados para “ganar” lo que más puedan.
Hoy como ayer o, mejor dicho, al igual que en el proceso electoral vecinal anterior será rey y amo el “señor dinero” y quienes lo tengan tendrán las mejores opciones para hacerse de la elección muy al pesar de minorías confundidamente dispersas pero que tienen una noción diferente de cómo o quién debería ser el ganador (a), no a toda “ley” sino con toda “justicia” para levantar la bandera de un auténtico desarrollo ciudadano, que tanta falta nos hace.
“Te compro tu voto pero luego no me reclames: aunque te mienta, te engañe, no cumpla mis promesas, me enriquezca ilícitamente, no sepa ni “papas” de gestión pública, ni tenga la más mínima idea de qué hacer cuando sea autoridad… decepciónate si quieres…pero NO ME RECLAMES!!!...”.
Este es el mensaje mercantil al que estamos acostumbrados en cada proceso electoral ya sea municipal, regional o nacional: siempre igual sea cual fuere el contexto. Y esto es el origen del descalabro que luego continúa en la gestión, lo que lamentamos a la postre y en la que, como estamos advertidos, no podemos reclamar.
Sombrío panorama, siempre sombrío. Alguien puede pensar y decir “las reglas de juego han cambiado por la nueva ley electoral y ahora no se puede hacer lo que se hacía”… Cierto, se ha ajustado la ley con artículos “precisos” en el papel, sin embargo sabemos que en la práctica no funciona así: somos el país que más leyes producidas tiene, pero somos el país de una ciudadanía que menos las cumple y ésa, es una cruda realidad.
Se suma a este hecho el argumento sólido de nuestra conocida “criollada chola” aquella que le saca la vuelta a todo y no se nos escapa nada, pero siempre se nos escapó lo mejor: la oportunidad de cambiar de idiosincrasia, para, sin ser “vivos” simplemente ser inteligentes. Aunque hay más que decir sobre esto, finalizo este artículo con una interrogante ¿seremos lo suficientemente inteligentes para sufragar con la cabeza antes que con el estómago o el hígado?
Muy interesante nota escrita desde C hachapoyas por nuestro amigo Gilmer Díaz Heredia en exclusividad para este Semanario.
Salvo mejor parecer...
No hay comentarios:
Publicar un comentario