Fácil es denunciar y condenar a los mineros ilegales, inclusive, hace poco en Boca de Cenepa, hubo una gresca para destruir a equipos y aparatos de extracción aurífera instalada en uno de esas playas del Marañón, el Apu de la comunidad de Kayamás que trabajaba para esos mineros, fue agredido por orden de los dirigentes de ODECOFROC Zebelio Kayap y Aogostina Mayán, ahora está fugitivos, porque nos manifestaron, los andan buscando para matarlos, por los daños materiales que le causaron al Apu.Pero lo que no se dice es que, en las comunidades nativas no hay recursos para sobrevivir, el cultivo de cacao no es ni será alternativa mientras el Estado siga indiferente, sin apoyo ni asistencia técnica.
Peor aún, cuando llevan a vender, los acopiadores les pagan lo que quieren, como se ha subrayado, las costumbres occidentales arremeten sin tregua y les crean necesidades que forzosamente tienen que asimilarlas. Por ejemplo, ya les pusieron en sus costumbres, el uso de cocinas de gas y están dejando la leña, pero el gas les cuesta y como se sabe, en las comunidades, no hay circulante, a eso hay que agregarle el uso de celulares, compra de megas, compra de recargas, etc., televisores, paneles solares para suplir el fluído eléctrico, ropa, zapatos que antes no se usaba; etc. el poblador nativo está asfixiándose sin tener a su alcance los recursos necesarios para suplir en lo mínimo todos los requerimientos de esto que se llama «vida moderna». Entonces hay temporadas que llegan mineros informales, generalmente de Saramiriza, con maquinaria y equipos, ellos son los únicos que crean fuente de trabajo, pagan por cada alce, de 200 a 500 soles, a los que trabajan. UN ALCE, es el acopio de una remese de oro, que pueden hacerlo en dos o cuatro días, inclusive les entregan un porcentaje de 10 hasta el 20% a las comunidades a las que les pertenece el territorio.
Esto es lo que no se dice y lejos de buscar alternativas para contrarrestar esta invasión de mineros ilegales, los atacan.
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